Una niña vestida de manchega en la ofrenda floral. A la derecha, el jurado prueba los dulces del concurso                     Fotos: GACETA

         Aurelio Maroto

         Como dicen los viejos, el aire se echó y la noche quedó plácida y agradable. En efecto, la Plaza Mayor se convirtió el viernes en un hormiguero de gente para vivir una de sus veladas más concurridas del año, sino la más. Todo empezó a las 9 de la tarde-noche con la ofrenda floral a la Virgen de Peñarroya, sacada al pórtico de Santa Catalina para recibir las dádivas de sus fieles en forma de ramos, ramilletes y manojos de flores.

         Centenares de niños y niñas (sin exagerar) vestidos de manchegos y manchegas llegaron de la mano de sus padres y abuelos para depositar su ofrenda ante la imagen de la Patrona. Los seis paneles preparados por la cofradía se fueron llenando hasta completarse.

Concursos gastronómicos

         Justo al lado, a las diez en punto el jurado de los concursos gastronómicos organizados por el Área de Festejos comenzó a probar las tortillas de patatas, los pistos manchegos y los dulces entregados en los minutos previos. En torno al vallado, muchos de los concursantes y sus correspondientes cuadrillas de familiares y amigos se arremolinaban con sillas y mesas como cual romería.

         Tuvieron faena los miembros del jurado ante la avalancha de platos. Entraron a concurso 47 tortillas, con triunfo final para la cocinada por Cati Santos. Segunda quedó la tortilla de Joaquín Simón, y tercera la de María Teresa Montoya. También hubo 28 pistos, siendo el más rico a juicio del jurado el de Adela Vera, seguido por el de Peñarroya Simón y tercero el que presentó Modesta Alhambra. La gran novedad era el concurso de dulces, con 16 participantes. Se impusieron los suspiros de Agustina Castaño, seguidos por otros dulces de Manuela Díaz-Madroñero y Gregorio García-Abadillo. En cada especialidad había premios de 100, 70 y 50 euros. Es decir, se repartieron 660 euros en total.