Toni Huertas vivió una tarde muy triste y terminó entre sollozos                       Foto: Sebas Candelas

Aurelio Maroto

La Solana: Toni Huertas, Juli, Juanma, Sancho, Michel, Jose López, Tore, Almarcha, Pitu, Capelo y Naranjo. En la segunda parte salieron Inti, Agus, Mini y Jordan.

Piedrabuena: Lirio, Julio, Cano, Jesús David, Álvaro, Gonza, Marcos, Pichi, Párraga, Abdón y Enrique. En la segunda mitad salieron Álex, Santi, Carlos Chico y Pérez.

Árbitro: Ruiz Alonso. Amonestó a los visitantes Cano y dos veces a Álex, expulsado.

Goles: 0-1 m.13 Párraga

         0-2 m.40 Abdón

         0-3 m.42 Álvaro

         0-4 m.61 Párraga

         1-4 m.90 Toni Huertas, de penalti.

Incidencias: Unos 400 espectadores en La Moheda en tarde soleada.

Comentario: Las lágrimas de Huertas al término del partido lo dicen todo. El veterano portero, curtido en mil batallas, rompió a llorar nada más escuchar el pitido final y se retiró entre ánimos de sus compañeros, y también de algunos aficionados. Había regalado el 0-2 con una frivolité marca de la casa. Toni no está bien últimamente, y lo sabe. Ayer, La Moheda giró la mirada hacia él y le señaló como culpable. Como solanero que es, tal vez vivió su peor tarde vestido de corto.

         Pero focalizar esta nueva debacle en quien tantas veces ha terminado como héroe y salvador del equipo, haciendo paradas y marcando goles decisivos de penalti, es sumamente injusto. Su responsabilidad no va más allá de la de cualquier otro compañero suyo. La Solana volvió a deambular como alma en pena. Tiene una defensa de juguete y un centro del campo incapaz de tomar el mando. Arriba, tan sólo Naranjo busca detener los pelotazos que le llegan, pero casi siempre de espaldas y lejos de la portería. Total, un desbarajuste que alcanza su cénit en la defensa a balón parado. Ahí, los marcajes son de mantequilla, como ayer volvió a quedar demostrado. El Piedrabuena remató todas. Todas, significa todas. Entraron dos como pudieron entrar cuatro, o cinco.

         La pregunta es qué le está pasando a un equipo que hasta hace bien poco era líder imbatido. Había propósito de enmienda tras el 2-5 ante el San José Obrero y la derrota 3-1 en La Roda. Ocho goles encajados en dos partidos. Nada de nada. La Solana recibió otros cuatro tortazos ante su afición e hizo el más absoluto de los ridículos.

         El análisis es fácil. Juan de Lara decía haber diagnosticado el problema: el equipo no está junto. Pues bien, ayer tampoco lo estuvo. Y si un equipo no está junto es porque no corre lo suficiente. El rival sí lo hace, ocupa los espacios, se anticipa y acaba por encontrar premio. Por qué La Solana no corre. He ahí la gran pregunta. Queremos creer que es una cuestión mental que atenaza al jugador y lo clava al césped. Valga como ejemplo una jugada a los 38 minutos, todavía con 0-1, cuando un bombeo largo de Sancho, con tiempo para leerlo, lo peina Naranjo en tres cuartos a la media luna del área. Nadie había seguido la jugada para recoger el balón.

         En fin, el Piedrabuena se limitó a hacer bien su trabajo, presionar con criterio, salir con velocidad y aprovecharse del desastre amarillo. Por cierto, se escucharon los primeros silbidos en La Moheda. Pocos fueron para los merecimientos de unos jugadores que si antes se complacían de ser ovacionados y jaleados, ahora deben agachar la cabeza y aguantar el chaparrón que les venga.

         Juan de Lara acudió cabizbajo a la rueda de prensa posterior. Lo primero que hizo fue pedir perdón a la afición por el “espectáculo” ofrecido. Admitió lo evidente, que el equipo no carbura, aunque también reconoció no entender que había pasado cuando el trabajo semanal está siendo, a su juicio, el correcto. Insiste en expresar su confianza total en el grupo, “estoy seguro que nos levantaremos y volveremos a estar con los mejores”. Eso sí, preguntado por posibles movimientos si la crisis persiste, no ocultó que habría que pensarlo, “me siento con fuerza para sacar esto adelante, pero tenemos que reaccionar ya”.