Ayudando a ponerse la faja a un costalero     Foto:GACETA

            Gabriel Jaime

Casi medio centenar de costaleros de la Hermandad de la Virgen de las Angustias ensayan cada semana para sacar a su titular en la procesión del Santo Entierro por las calles solaneras. Se trata de un grupo heterogéneo pero muy bien cohesionado que se está preparando a conciencia para la gran cita del Viernes Santo.

A mediados del mes de enero arrancaron los ensayos. Más de cincuenta personas se dieron cita en la primera reunión, pero no todos estaban dispuestos a acudir cada viernes a los entrenos. Es duro, sacrificado y el tiempo tampoco acompaña a estar varias horas a la intemperie soportando una media de veinte kilos por persona a la vez del frío propio de esta estación. Así lo atestiguan los capataces y a la vez directivos de la hermandad, Pedro Jaime y Alfonso Salcedo.

Actualmente hay unos cuarenta y cinco costaleros, suficientes para llevar a costal el paso de la Virgen de las Angustias en la procesión del Santo Entierro. El otro paso de la hermandad, el de la Santa Cruz, volverá a desfilar a ruedas ante la falta de más hermanos para hacerlo viable.

La tropa está formada por gente con edades comprendidas entre los quince y los cincuenta y cuatro años, creando un grupo muy compenetrado, según los capataces. Dicen que hay mucha armonía y que funcionan como una piña por el alto grado de compañerismo. Unos ayudan a otros en el protocolo de la preparación inicial y al final de cada ensayo semanal comparten unos aperitivos que costean a escote.

Primero se ponen el costal, que es la parte más importante porque es donde se soporta el peso, y posteriormente se embuten en las fajas que sujetan la columna y los riñones. El ritual previo antes de meterse bajo la carroza se sigue a rajatabla y cuenta con la complicidad de todos y cada uno de los hermanos que se ayudan entre sí.

Preparando y estirando bien el costal      Foto: GACETA

Los capataces tienen la labor de organizar a todos y de compensar las trabajaderas para repartir bien el peso según las estaturas de los costaleros, argumentando que es más fácil estar debajo de la carroza que junto a la campana.

A todos les une un sentimiento difícil de explicar y reconocen que muchos arrancarán la procesión con lágrimas en los ojos por la emoción que supone llevar a la Virgen de las Angustias.

Los directivos aseguraron que su máximo deseo sería el de sacar los pasos a costal ó con anderos, es decir, sin ruedas, lo que podría realizarse con el compromiso formal de los hermanos. En este sentido, indicaron que todos los que salen por primera vez, repiten, animando al resto de cofrades a que prueben la experiencia.

Quedan pocos ensayos antes del día señalado, esperando que el tiempo también les acompañe y puedan procesionar por las calles solaneras.