DRAO revive el Madrid goyesco en La Solana con su 'barberillo de Lavapiés'
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Publicado: 20 Octubre 2025
Escena de El barberillo de Lavapiés en La Solana Foto: GACETA
Aurelio Maroto
La compañÃa DRAO Producciones regresó a La Solana con una de las zarzuelas más emblemáticas del ‘género grande’: El barberillo de Lavapiés. Al igual que el dÃa anterior con MaterlÃrica y La leyenda del beso, el teatro Tomás Barrera rozó el lleno en las funciones de tarde y noche. Y esta vez para recuperar el gran clásico de Barbieri, un dechado de musicalidad, al que acompaña un gran libreto de Luis Mariano de Larra.
La 'loca' barberÃa de Lamparilla Foto: GACETA
El montaje de DRAO combinó tradición y ritmo teatral con una escenografÃa sencilla pero eficaz, que trasladó al espectador al Madrid castizo y goyesco del siglo XVIII sin recurrir a artificios. Decorados sobrios, discretos y con los accesorios justos para evocar el parque de El Pardo, la barberÃa de Lamparilla o el taller de modistillas, entre otros enclaves. El barberillo Lamparilla, pÃcaro y valiente, se ganó pronto la simpatÃa del respetable con su desparpajo y su humor callejero. Se encargó de darle vida Alberto Porcell, joven tenor aragonés cuya voz es perfecta para este rol. Frente a él, Paloma, encarnada por la soprano Gemma Soler, otro joven valor de las nuevas voces españolas, que defendió el papel con gran dignidad. Por su parte, la soprano Margarita Marbán asumió el papel de la Marquesita y el tenor Alberto Herranz hizo de Don Luis.
Los personajes principales durante la escenificación Foto: GACETA
El público tardó en entrar en calor, a pesar de que, si El barberillo de Lavapiés destaca por algo, es por su poderoso arranque, desde su arrollador preludio hasta la entrada de Lamparilla cantando ‘Salud, dinero y bellotas’. Poco a poco, las romanzas y los concertantes fueron ganándose la complicidad de auditorio, unidos al buen hacer de los coros y la soltura del ballet titular de la compañÃa, sobre todo en la célebre jota de los estudiantes. En el foso, el incombustible Enrique GarcÃa Requena, sostuvo con la batuta el carácter vivo de Barbieri en una obra de esta enjundia.
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