Mario controla el balón en un momento del partido                                                                Foto: GACETA

             Aurelio Maroto

            La maquinaria no está engrasada del todo, pero sí lo imprescindible para ganar. Se pudo ver en la puesta en escena liguera del Frutas Doña Ramoncita-CB La Solana, que venció a un recién ascendido, el Polígono Toledo, con bastante suficiencia, a pesar de jugar a tirones.

            Un primer triunfo que dejó suficientemente satisfecho al entrenador amarillo, Vitu, quien reconoció haber jugado dependiendo del marcador. “Hemos ido haciendo la goma y con la sensación de que cuando el equipo se conecta trabaja muy bien, pero cuando nos desconectamos sufrimos”. Cree que la gran diferencia fue la velocidad en correr la pista y en el movimiento de balón; ahí La Solana tuvo una marcha más que los toledanos. “Han pasado de autonómica a nacional y se nota el ritmo de juego”.

            El técnico solanero insiste en que siete meses de parón competitivo se notan y que hace falta tiempo para volver a la mejor versión del equipo. “Hasta que lleguemos a dar el nivel del año pasado en liga y en copa todavía nos queda”. Un estado de forma que será difícil recuperar por una razón fundamental: se juega cada quince días. Vitu cree que esa circunstancia impedirá tener continuidad y subir las prestaciones al máximo. “Nosotros estamos acostumbrados a jugar de sábado a sábado y eso nos perjudica”.

El equipo saluda al final del partido, mostrando su peculiar equipación de este año                        Foto: GACETA  

         Hay otro obstáculo, y no menor: la situación sanitaria. El entrenador es maestro de profesión y pone como ejemplo su día a día, “todas las semanas vemos que se confina alguna clase, que hay positivos y algunas comunidades están cerrando las competiciones federadas”. Defiende la “valentía” de la FBCLM en su afán de comenzar la liga y que se hagan test semanales para minimizar riesgos, pero admite que aparecerán casos y en ese momento se complicará, no ya el partido siguiente, sino la propia ocupación profesional de los jugadores, que en su gran mayoría no viven del baloncesto. “Veo la cosa complicada, la verdad”.