Una persona mayor recibe el pinchazo para conocer su nivel de glucosa                                                                                                 Foto: GACETA

           Aurelio Maroto

            ADIMA es como el turrón, siempre llega por Navidad. Es la muletilla que utiliza Juani Jurado, presidenta de la Asociación de Diabéticos de Manzanares, cada vez que vuelve a La Solana para realizar controles de glucosa y pronunciar una charla informativa.

            Por la mañana, ADIMA monta su mesa de control para atender a docenas de ciudadanos que a esas horas hierven por el mercadillo de los miércoles. Muchos ven la mesa y ya saben lo que tienen que hacer. Se acercan y ponen el dedo para el pinchacito correspondiente. En pocos segundos sabrán cuál es su nivel de azúcar en sangre y, en la mayor parte de casos, marcharán tranquilos. De paso, depositan un donativo, compran lotería o se llevan folletos informativos.

            Juani Jurado dice sentirse como en casa cuando viene a La Solana. “Es como si viniera a mi casa; es gente muy amable y vienen buscándote para hacerse su prueba de azúcar y charlar un poco”. La mayoría saluda, recibe el pinchazo y se va tan contento. Otros no tanto, como un señor mayor que dio casi doscientos “¡Tiene usted que cuidarse!”, le dijo Jurado, contenta porque las dudas son cada vez menos. “Se nota que el trabajo de los médicos y las asociaciones recoge frutos y la gente está más informada y formada”. “Hay que cuidarse, sobre todo personas mayores, no podemos hacer otra cosa que aconsejarles”.

            La Organización Mundial de la Salud (OMS) no para de bajar el nivel máximo aconsejable de glucosa para mantenerse sano. Una señal inequívoca de que el problema es importante. Sin embargo, Juani Jurado está contenta por una noticia que invita al optimismo. “Nos ha alegrado muchísimo que el Sescam done los nuevos medidores a personas hasta 18 años”. Se trata de un aparato que mide de manera constante y fiable nuestros niveles de azúcar en tiempo real, algo que permite mejorar la calidad de vida de los pacientes de esa edad. El objetivo es ampliarla a toda la población. “Ojalá y pronto lo puedan tener todos los diabéticos”.

            De esos medidores se habló en la habitual charla vespertina, celebrada en el auditorio del Palacio Don Diego.