Santiago Romero de Ávila -centro- durante la presentación de su quinto libro                             Foto: GACETA

         Aurelio Maroto

         Cuando hablamos de poesía, su historia no se puede escribir sin la figura de Santiago Romero de Ávila García-Abadillo. No en La Solana, donde es el referente; no en la provincia, donde su reputación como versista es altísima; y no en la región, donde también figura en los puestos más altos del ranking. Si nos vamos más allá, son legión los rincones de España donde su ejecutoria literaria es bien conocida, y reconocida.

         No es exagerado hablar así de Santiago Romero de Ávila, porque su inacabable carrusel de premios así lo avala. Ahora ha publicado su quinto libro. No hay quinto malo, desde luego. Se llama “Aquel temblor de gozo y de inocencia” y, como dice Luis García Pérez en su prólogo, “es una recopilación importante de su producción poética desarrollada durante más de cuarenta años”. En efecto, esta nueva antología incluye trabajos premiados junto a algunos ya publicados en libros anteriores. Pero la mayor parte son inéditos.

         El acto de presentación se celebró en el auditorio del Palacio Don Diego, que llenó sus butacas para la ocasión. Más de cien familiares y amigos del poeta arroparon esta buena nueva. Naturalmente, no faltaron plumas de gran prestigio, caso del prologuista, García Pérez, o la argamasillera Pilar Serrano, por citar sólo algunas. Y también había oradores de lujo, como el solanero Nemesio de Lara, en su triple calidad de presidente de la Diputación, poeta y amigo del autor. La institución provincial ha colaborado en la impresión del libro, cuyos ingresos por venta irán a parar a la Asociación AFAND “Alas de Papel”, de niños discapacitados. En su discurso, Nemesio de Lara ponderó la figura de Santiago Romero de Ávila, del que elogió su capacidad literaria y su impronta de hombre bueno.

         En declaraciones previas, el laureado poeta solanero agradeció a la Diputación su ayuda, “expuse la idea a Nemesio, que con su empeño y tesón ha hecho posible que este libro vea la luz”. Es un poemario variado donde el autor habla de muchas cosas, y también se acuerda de muchas personas. Hay dedicatorias a sus padres, a su mujer, a su prole… Y también a personajes de la cultura solanera ya desaparecidos como el recordado maestro Ortega Puga. “Me llamaba ‘mi directo alumno’ y escribí este poema cuando se marchó a Albacete ya con ochenta años”.

         La portada refleja una fotografía tomada en Los Albardinales por Nicolás Padilla y Julián Simón. Se puede ver un pajarillo posado sobre la cardencha, con el barbecho y la verde y llana pradera de cebada al fondo en una tarde de primavera. “Está inspirada en un soneto escrito mientras viajaba en autobús”. Tal vez sea, y es, un canto a la tierra manchega. Tal vez sea, y es, un homenaje a las aves y las plantas. “Un mundo sin pájaros y sin flores es un mundo muerto”.

         Y por qué presentarlo sólo en La Solana. Para un Hijo Predilecto como él, la razón no tiene aristas, “lo presentó en mi pueblo porque soy solanero y presumo de serlo allá donde voy”. Ni más, ni menos.