El cabo Antonio González da explicaciones a las mujeres                             Foto: GACETA

         Aurelio Maroto

         Esquivar un hurto, evitar un timo o libarse de una estafa no sería difícil si apeláramos con más frecuencia al sentido común. Pero no es tan sencillo cuando se trata de personas mayores, a menudo desprotegidas y propensas a creer en alguien que les hable con locuacidad. Por eso, la Guardia Civil redobla la información a través de charlas y encuentros con este colectivo, a fin de ofrecerles métodos básicos que eviten este tipo de disgustos.

         El comandante de puesto accidental del cuartel de La Solana, cabo primero Antonio González, acudió al café-tertulia de la Asociación de Mujeres para hablar este asunto que, por desgracia, no pierde actualidad.

Antes de dirigirse a las mujeres y proyectar un vídeo de media hora alusivo atendió a la prensa local. Recordó que estas charlas están auspiciadas por la Secretaría de Estado de Seguridad y enfocadas a personas mayores. “Nuestro objetivo es prevenir pequeñas faltas y hurtos en el ámbito doméstico y en la vía pública”. Es necesario guardar precauciones siempre y, si hay dudas, consultar con algún familiar o llamar a la Guardia Civil ante cualquier circunstancia anómala.

El jefe de puesto admitió que la crisis ha elevado el número de pequeños hurtos y delitos menores, incluidos los clásicos, “el timo de la estampita se da cada seis meses, en cualquier sitio y con el mismo modus operandi de siempre”. Hace poco hubo un caso en Daimiel. Antonio González pide estar alerta y no fiarse. “En los pueblos nos conocemos todos y si notamos que alguien nos sigue debemos refugiarnos en algún comercio que conozcamos o pedir ayuda”. Esto puede ocurrir cuando un anciano entra a un banco, por ejemplo. “Aconsejamos ir siempre acompañados por una persona joven, un familiar o alguien de confianza”. En casa, la solución también es sencilla: no abrir a nadie excepto que sepamos fehacientemente de quién se trata.

Estos pequeños delincuentes suelen actuar en grupo y no son de la zona, ni siquiera de la provincia, “hemos detectado gente de Castellón, o de Lérida”. Normalmente vienen desarmados y no son violentos, conscientes de que así es más fácil imputarles procesos graves.