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Copia de Campamento inglés

Los niños se disponen a ver una película al aire libre en la pista polideportiva del albergue                    Foto: GACETA

         Aurelio Maroto

         Con la lengua de Shakespeare como hilo conductor, pero sin olvidar que los niños están de vacaciones. Tal es la génesis del campamento de inglés en el Albergue Vallehermoso, que este año ha alcanzado su tercera edición. El éxito es indiscutible si atendemos a la participación, que este año ha alcanzado los 67 niños, récord absoluto. Cuatro de cada diez son de La Solana, pero hay una quincena de alumnos de Madrid y el resto de diferentes poblaciones cercanas, caso de Valdepeñas, Argamasilla, Manzanares o Membrilla.

         Un total de 7 monitores se encargan del trabajo con los colegiales. Pertenecen a Trotaventura y es el segundo año que dirigen las actividades. Sin excepción, elogian las instalaciones, como nos decía José Luis Rubio, “son inmejorables, siempre decimos que están por encima de lo que es un albergue estándar”. Ellos son profesionales titulados con experiencia sobrada en campamentos de esta naturaleza, aunque nunca dejan de aprender. Aseguran que lo mejor son los niños en sí, “nos gusta verles reír, divertirse, incluso cómo lloran el día de la despedida”. Lo peor, la mamitis y la papitis, en especial de los más pequeños cuando se acuerdan que sus padres no están al lado. Pero no faltan técnicas para aplacar la natural morriña.

         José Luis Rubio destaca la cohesión de este grupo, “son chavales muy buenos y bastante participativos”. Lo más complicado es acertar en la elección de los grupos, “tenemos que hacerlo por edades para que sean lo más homogéneos posible”. Hay niños desde 2º de Primaria hasta la ESO. Durante la semana de campamento han realizado múltiples actividades, con el inglés como herramienta pero sin olvidar el carácter lúdico. Los chavales disfrutan al máximo con la multiaventura, “les encanta el circuito de rapel, tirolina y piragua, sobre todo la piragua”. En este sentido, Rubio asegura que no hay apenas diferencia de gustos entre niños y niñas.

         Después de 7 años trabajando juntos, los monitores de Trotaventura han aprendido las claves para mezclar responsabilidad con diversión. Saben que trabajan con niños, y eso nunca es fácil, pero como expertos en turismo activo conocen las aristas del oficio. Su mejor recompensa es el cariño de los pequeños, muchos de ellos repetidores de los años anteriores. He ahí el mejor aval del éxito: la fidelidad. No hay mejor señal de que la actividad funciona.

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