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 Copia de Ron Lalá-1

Ron Lalá, momentos antes de su actuación en el "Tomás Barrera"                           Foto: GACETA

Aurelio Maroto

Ron Lalá sigue demostrando que en el teatro no todo está inventado. Lo curioso del asunto es que la miga argumental de su última creación exhibe precisamente todo lo contrario, o sea, que no queda nada por inventar. En las cuitas del ser humano, claro.

“Siglo de Oro, siglo de ahora” es un canto a una reiteración histórica. Y además muy bien hecho. La España del siglo XVII vivió la caída del Imperio de los Austrias y una depresión institucional que comenzó Lerma, continuó Olivares y terminó el truhán Valenzuela; eso sí, consentidos por una monarquía decadente y sin un duro. Ronlalá se centra en la España de Felipe IV, que mezcla con la España actual. El objetivo: probar que ambas crisis son primas hermanas, aunque la de ahora tenga corbata en lugar de gola. Como ellos dicen “es un baño de humildad porque parece que vivimos un momento único y no es así; lo que pasa ahora ha pasado siempre”.

“Siglo de Oro, siglo de ahora” mantiene la esencia desinhibida del conocido quinteto, que honra al buen teatro con un montaje de enorme calidad, muy cuidado, y bastante dinámico. Es un espectáculo de música y humor, muy profesional y con pocas barreras “tenemos la coña por bandera; la guasa siempre por delante”-dicen-. Pero ofrecen un código nuevo mediante entremeses en verso, huyendo del formato del sketch clásico. Como no tienen prejuicios musicales, durante la función hacen flamenco, pasodoble, jazz, incluso murga carnavalera. Hasta cantan Fuenteovejuna por bulerías.

En este relato sobre la España de ahora y la de hace cuatrocientos años, Ron Lalá se hace la gran pregunta sobre el poder, que traslada al público. Naturalmente, repasa momentos históricos del Seiscientos, donde la “ambiciosamente imposible” política de don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares, se funde con la maravillosa proliferación de escritores y poetas que han marcado a fuego la literatura española. Cervantes y cía. En 2013, también corren paralelas grandes celebridades de la cultura con los Bárcenas de turno. Por no hablar de los recortes, tan de moda como entonces.

Pero la obra no se olvida de rascar en la realidad de cada lugar. He ahí otra gran singularidad que, además, es una pirueta escénica que permite ganarse aún más a la gente, y hacerles ver que en todos sitios cuecen habas. Sobre las tablas del “Tomás Barrera” no faltaron alusiones a los problemas de pago, y de cobro, en el Ayuntamiento, ó a infraestructuras tan polémicas como el Parque Empresarial. Tampoco faltó una sana mención a la vena poética del alcalde. Está claro que más de uno, al escuchar tales alusiones, también exclamó su particular “¡iá galán¡”, como en escena lo hicieron Álvaro, Daniel, Miguel, Iñigo y Juan.

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