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Homenaje Manzano equipos-1

Una foto para la historia, con los veteranos de Manzanares y La Solana                      Foto: GACETA

Aurelio Maroto

2-La Solana: Juan Ramón, Joaquín, Gabriel II, Juan, Regino, Roso, Sancho II, Padilla, Capelo Jr., Alejandro y Sancho III.

4-Manzanares: Márquez, Bolaños, Ito, Chema Parada, Gabi, Santi, Sergio, Mazueco, Ángel González, Pololo y Nachi.

Árbitro: Antonio Gª Mateos.

Incidencias: Partido homenaje a Antonio Manzano “Capelo”. Espléndida mañana en La Moheda, con más de 200 espectadores. Emotivos prolegómenos. Los capitanes de ambos equipos y el hijo del homenajeado, Miguel Ángel “Capelo”, depositaron un ramo de flores y una camiseta personalizada con el dorsal “9”, que siempre lució Manzano. Allí se guardó un emocionante minuto de silencio que terminó con una prolongada ovación y la entrega de una placa a Capelo Jr. Un veterano aficionado y ex-directivo, Pedro Simarro, entregó un plato que conservaba con el escudo del club y los nombres de aquel equipo netamente local en el que jugó Manzano.

Homenaje Manzano-. El hijo coloca la camiseta con el nmero que luci su padre

Capelo Jr. coloca la camiseta con el "9" antes del minuto de silencio                             Foto: GACETA

Comentario:

Los aficionados de toda la vida se frotaban los ojos. Era lo más parecido a una regresión en el tiempo. El gran clásico del fútbol provincial volvía a La Moheda con los gladiadores de entonces dispuestos para la “lucha”. Otra vez el menudo Márquez bajo los palos, y el corpulento Sevilla dominando el eje central, y el escurridizo Roso corriendo la banda, y el incisivo Nachi abarcando campo, y el estilista Padilla buscando posición de disparo, y los ricitos de Sancho III todavía intactos…

Eran los eternos rivales nuevamente en traje de faena, con el trote gorrinero de un físico que ya no acompaña, pero con la rivalidad indemne “perder ni a las chapas, y menos contra La Solana” –nos decía un rejuvenecido Márquez-; “contra el Manzanares siempre a muerte” –comentaba el mítico Joaquín-.

Al descanso, Juan se echaba mano atrás “maldita sea, tengo un pinchazo”. Sin embargo, Ito parecía un chaval “pero es que no se cansa, si es más viejo que yo” –se sorprendía un Gabriel que ni siquiera se atrevió a calzarse las botas. Entre tanto, el árbitro repartía justicia con envidia de no estar en el otro bando. Antonio “Colchón”, también fue portero amarillo “no te creas que están jugando por jugar, aquí todos quieren ganar”.

Es la esencia del fútbol de nuestros pueblos. Conservada en formol, sí, pero viva como una roca. Es el instinto de futbolistas que lo fueron, pero que en su disco duro lo siguen siendo. Hablar del CF La Solana y del Manzanares CF es hacerlo de dos clubes de rancio abolengo en nuestra provincia, con una historia jalonada por grandes momentos, buenos y también malos “me acuerdo de Manzano, pero también de Ortiz” –admitía Gabriel II-, que sigue sin fallar ningún domingo a La Moheda “mientras corra algo amarillo, aunque sea un escoba, aquí estaré”.

Homenaje Manzano entrega placa de los veteranos de La Solana al hijo de Manzano-

Los veteranos amarillos entregaron una placa de recuerdo                              Foto: GACETA

La directiva solanera tenía claro que Manzano merecía algo así. Jugó quince temporadas en el club que le vio nacer como futbolista, y en el que se retiró. Una repentina pero cruel enfermedad se lo llevó el 29 de septiembre. Tenía 60 años, demasiado pronto en los tiempos que corren. Es difícil, por no decir imposible, encontrar alguien que no le recuerde con cariño. Augusto Luna, su entrenador en aquel año fantástico del ascenso a Primera Regional en Cotorruelo (Madrid), con un equipo netamente solanero, retrató su calidad futbolística “todos los veranos fichábamos un delantero centro, pero al final siempre jugaba él y acababa de máximo goleador”. Roso, que con 15 años ya entrenaba con el primer equipo de la mano de Gonzalo Hurtado, lo tiene claro: “hoy hubiera jugado en Primera; no he visto a nadie rematar así de cabeza”. Joaquín Carrión “Ito” sufrió a Manzano enfrente vistiendo su querida camiseta azul con raya blanca cruzada “cuántas veces nos amargó la tarde Manzano; espero que los veteranos nos volvamos a ver, pero no por algo así”.

La figura de Manzano, cuyo hijo ha heredado el apodo “Capelo”, que nunca pasó de ser un apelativo cariñoso de sus colegas de vestuario, sobrevoló La Moheda en la mañana de todos los Santos. Los veteranos de La Solana estuvieron allí, y los del Manzanares también. Fue una mañana de reencuentros, de recuerdos y de nostalgias. Ellos también escribieron la historia.

Desde ahí arriba, cada vez que centra desde su carril izquierdo, su amigo Ortiz recupera el grito de guerra “¡Manzano, dale con el chichón!”.

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