
Momentos antes del comienzo de una de las funciones del circo Foto. GACETA
Gabriel Jaime
Trabajan prácticamente los 365 días del año recorriendo gran parte de la geografía nacional. Su misión es la de hacer disfrutar al público de todas las edades ó como decía la canción de aquellos célebres payasos: “Alegrar siempre el corazón”. Se trata del mayor espectáculo del mundo, es decir, el circo.
La Solana ha servido de parada y fonda para uno de esos circos itinerantes que intentan hacer la vida más divertida a los demás. A pesar de su nombre, más del noventa por ciento de la plantilla que compone el Circo Donaldson es española. Todo se debe al abuelo Juan Álvarez Donaldson, que a sus 84 años continúa en activo y provoca las carcajadas cada tarde con su inigualable estilo clown. Su madre era de nacionalidad inglesa y parece que lo extranjero vende más, según cuentan los propios integrantes a su paso por la localidad.
Durante cinco días, y en diferentes funciones, han mostrado lo mejor de su repertorio en la versión más directa de un “circo tradicional”. Así lo define uno de los integrantes, Ramón Pichardo, que actúa como payaso, ilusionista y malabarista. El artista también es yerno del propietario del circo y asegura que el éxito de la compañía radica en esa vertiente tradicional. Diversos números de acróbatas, equilibristas, malabaristas, rulistas, magos y sobretodo los payasos parodistas y musicales, se convierten en la esencia del Circo Donaldson. Más de dos horas de puro espectáculo y entretenimiento con mucho humor y con ausencia total de animales.
Después de pasar por casi toda la región, ahora ultiman diferentes localidades en dirección a Jaén, una de las paradas obligadas cada año al coincidir con su feria de San Lucas. Durante la gira ha habido de todo un poco, pero la crisis también ha salpicado a los actuantes de la carpa. Pichardo tiene claro que “en tiempos difíciles se puede prescindir del circo”, no así de los alimentos básicos en cada domicilio. De igual forma, el número de empleados ha descendido en los últimos tiempos y actualmente no llegan a la docena en toda la compañía.
En La Solana, “se han defendido” aunque el tiempo, al igual que la última vez hace más de cuatro años, no les ha acompañado. Pero, lo que verdaderamente han destacado de su estancia en la localidad, es el público. Los artistas definen al público solanero como “muy caliente y agradecido” porque les han llevado “en volandas”.
Otro día de otro año, el Circo Donaldson parará otra vez en La Solana para hacernos pasar buenos momentos. Eso sí, desean contar con un mejor terreno donde ubicarse, por la comodidad del espectador y por ellos mismos. Para ello, apelan a la cesión de alguna zona municipal como la del recinto ferial, por ejemplo, y no tener que recurrir a propiedades privadas que les encarecen en demasía su estancia.
Pase lo que pase, el espectáculo deberá continuar. Esa es la máxima del circo.