
El sacerdote Oscar Casas oficiando una misa en la Parroquia Santa Catalina Foto GACETA
Paulino Sánchez.
-Como un pueblo de identidad clara y sana define el sacerdote Oscar Casas a La Solana, localidad en la que ha pasado un año de su vida, el de sus últimos meses como diácono y los primeros como sacerdote, tras su ordenación el pasado mes de marzo en la Catedral de Ciudad Real.
Oscar Casas llegó a La Solana el mes de septiembre de 2010, reconociendo que hasta ese momento no conocía nada de La Solana, habiendo recibido ahora el traslado a la parroquia de Almodóvar del Campo, aunque tendrá otras labores pastorales en una parroquia de Puertollano y como profesor de religión en el Instituto de Calzada de Calatrava.
Oscar Casas reconoce que ha sido un año muy intenso en la labor pastoral en La Solana, sobre todo teniendo que preparar la Jornada Mundial de la Juventud, aparte de otras actividades con los jóvenes y las habituales de pastoral sacerdotal.
Dentro de unos días retomará su actividad pastoral en Almodóvar del Campo, regida por dos sacerdotes mayores como son los hermanos Leopoldo y Tomás Lozano, pero además ayudará en la parroquia de San Juan Bautista de Puertollano, en la barriada de las 600 y además impartirá clases en el Instituto de Calzada de Calatrava, por lo que señaló que el coche va a notar los muchos viajes que va a tener que realizar desde una a otra población.
Sobre los cambios a los que están sometidos los sacerdotes, acatando el voto de obediencia que tienen del Obispo, señalaba Oscar Casas que “esto viene en el contrato”, aludiendo a esa disponibilidad a la que siempre tienen que estar dispuestos.
En cuanto a la diferencia que ha notado en este año en La Solana, primero como diácono y luego como sacerdote, señalaba que es muy distinta una etapa de otra. En la primera se dedicaba principalmente a las clases en el instituto y en la Pastoral juvenil, pero una vez que fue ordenado sacerdote ya tuvo que celebrar diariamente la Eucaristía, así como el resto de los sacramentos, recordando muy especialmente las confesiones de Semana Santa, que calificó de masivas.
Pero sobre todo de este curso destacaba Oscar Casas la preparación de las Jornadas Mundiales de la Juventud en agosto, con la visita de los jóvenes franceses y los muchos actos que habían preparado al respecto.
Aunque habían sido muchos los actos que tuvieron que organizar, destacaba sobre todo los denominados “Hablan las piedras” y la vigilia “Yo camino”. Sobre la preparación de las mismas destacaba que habían sido muchas las horas de preparación que habían llevado. Pero reconocía que todas las actividades habían merecido la pena. La primera de ellas, celebrada en la Plaza Mayor, con la presencia de infinidad de personas que la llenaban, así como la Vigilia celebrada en la parroquia de Santa Catalina, recordando la solemnidad de la misma, desde la música que prepararon a los efectos de luminotecnia y, en general la vigilia en sí emocionó a los franceses.
Reconocía que su paso por La Solana había sido un reto, pero apasionante, mandando un mensaje a los jóvenes de La Solana, para que La Solana siga siendo un pueblo con identidad clara y sana, añadiendo que la Iglesia Católica solanera cuenta con un importante grupo de jóvenes, muy formados, que seguirán trabajando en ese campo pastoral.