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          Aurelio Maroto

         Antonia Adrián tiene 52 años y durante 22 estuvo casada con un hombre que le pegaba. Hace una década decidió romper su matrimonio y desde entonces es una persona nueva, tan feliz como antes de conocer al que fue su azote durante tanto tiempo.

         Esta mujer ha vivido, por tanto, la experiencia de la violencia doméstica en primera persona y lo refleja en dos novelas que ya han sido publicadas. La primera se llama “Aquellos sueños rotos”, una autobiografía sobre su caso de maltrato. Y la segunda lleva por título “Lágrimas de mujer”, presentado en la Biblioteca “Vargas Llosa” dentro de los actos del Día contra la Violencia de Género organizados por el Centro de la Mujer. La concejala, Manoli González fue la encargada de presentar a la ponente ante un nutrido grupo de mujeres en el coqueto auditorio de la biblioteca.

         “Lágrimas de mujer” es un libro de consulta, una guía manual que exhibe los tipos y perfiles de maltratador que enseña cómo identificarlos. Sin duda, una novela “de autoayuda hecha por y para las mujeres maltratadas” –declaró la autora a la prensa local-. Antonia Adrián estremece cuando relata su historia, seguramente más común de lo que pensamos “tenía miedo a llegar 5 minutos tarde a casa”. Imaginar una vida así durante 22 años no es fácil.

         Pero el mensaje de esta mujer es claro y contundente “de esto se puede y se debe salir; una vez logrado te espera una vida llena de felicidad”. En este sentido, dice que un maltratador generalmente lo es para siempre “el que te levanta la mano una vez, lo seguirá haciendo”. El problema es que la mujer no identifica esa primera vez que tiene un maltratador delante.

          Su consejo es romper sin dudar con esa cadena que te lacera todos los días. El hecho de tener hijos o una dependencia económica del marido no debe ser impedimento para denunciar “los hijos nunca pueden ser excusa; precisamente se debe romper por el bien de ellos”. En cuanto al siempre importante aspecto económico, Antonia Adrián asegura que “existen mecanismos suficientes de protección y ayuda a mujeres maltratadas”. En cualquier caso, se preguntó qué es mejor “¿tener menos dinero o aguantar palos todos los días?”.

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