La alcaldesa elogió los productos de 'kilómetro cero' de La Solana               Foto: GACETA

   Aurelio Maroto

   Consumir productos locales, de kilómetro cero, es mucho más que una tendencia: es una forma de sostener la economía, el paisaje y la identidad de un territorio. En comarcas vitivinícolas como La Solana, apostar por el vino de la tierra supone, además, reconocer el trabajo de generaciones y creer en un sector con presente y futuro. Con ese espíritu se ha presentado la nueva añada de vinos solaneros, en un acto que exhibió el músculo del sector y que, de paso, llenó a rebosar el auditorio del Palacio Don Diego. La alcaldesa, Luisa Márquez, puso en valor “la calidad de nuestros caldos” y apeló a “creer en lo nuestro” como base para el desarrollo local y la proyección exterior de La Solana.

La presentación llenó el auditorio del Don Diego             Foto: GACETA 

  Minutos antes, el concejal de Agricultura y principal organizador del evento, Julián Díaz-Cano, atendió a los medios para explicar el origen de la iniciativa y dirigirse a la ciudadanía. “Quiero lanzar un llamamiento para que consumamos productos de aquí, de nuestro pueblo, no solo en esta fecha sino durante todo el año, y siempre con moderación”, subrayó. Díaz-Cano relacionó el acto con el relevo generacional y la lucha contra la despoblación, destacando el valor de contar con formación especializada en el entorno. “Tener un grado (superior de Vitivinicultura) aquí al lado de casa, donde el vino está presente, con tres bodegas en el pueblo y muchas más alrededor, está bien y no se puede perder”, afirmó, convencido de que “este tipo de actos desde abajo es lo que escucha la gente de arriba”.

     En efecto, una de las novedades de la presentación de este año ha sido la intervención de profesores y alumnos del grado de FP en vitivinicultura de la EFA ‘Molino de Viento’, con sede en Criptana. Su profesor, Javier Ruiz, puso el acento en la formación y la empleabilidad. “La generación nueva necesita formación y el campo necesita gente joven”, señaló, antes de explicar que el proyecto educativo está “muy ligado a las prácticas en empresas”, con un sistema avalado por más de 50 años de experiencia. Ruiz destacó que existe “mucha más demanda de las empresas que alumnos cursando el ciclo”, animando a los jóvenes a sumarse a esta salida profesional.

Profesores y alumnos del grado de Vitivinicultura intervinieron en el acto            Foto: GACETA 

    Ya en el capítulo de bodegas, los gerentes desgranaron sus novedades. Rafael Bermejo, de la cooperativa Santa Catalina, anunció la gama Los Galanes, con el airén blanco joven “que ya es un clásico”, amén de un rosado cencibel y los tintos, aún por macerar. Joaquín Mateos de la Higuera, de Bodegas Vega de Mara, presentó un abanico que va desde un verdejo aún en laboratorio hasta tempranillos y un crianza 2021 con “dos medallas de oro”, reivindicando que “lo importante es que la gente los cate, los vea y los deguste”. También avanzó un tempranillo 24 “con la boca mucho más redondeada” y un roble como paso intermedio para todos los paladares. Por su parte, Ana Romero de Ávila detalló la propuesta de su bodega con tres vinos: “Anaclara, totalmente original y único”, un godello con crianza sobre lías “muy gastronómico” y ‘Abuelo Paco’, un tinto de tempranillo y syrah con tres tipos de crianza.

   Después del acto, el público pudo brindar con los vino “de casa” y por un sector que sigue creyendo en sí mismo.