El viento dificultó el vistoso baile de las banderas Foto: GACETA
Paulino Sánchez
La tradicional procesión de acción de gracias daba por finalizados los cultos en honor a la Virgen de Peñarroya, que organiza su cofradía con motivo de la vuelta de la patrona desde el Castillo. Ha sido el cierre del novenario que se ha venido celebrando desde el sábado anterior, dedicado cada día a uno de los barrios de la localidad, y que finalizó con la Función Solemne a mediodía del domingo.
La cruz parroquial y el estandarte de viaje abrían el cortejo, seguido de la Agrupación Musical de San Sebastián, que interpretó diversas marchas de su repertorio. Acompañaron las directivas de las diferentes cofradías y hermandades de la localidad, así como los abanderados, que en la mayor parte del recorrido no pudieron realizar el baile debido al viento que les impedía realizar esa práctica tan habitual en el acompañamiento a la Patrona.
Un momento de la procesión Foto: GACETA
El estandarte de gala y los faroles, daban paso a los componentes de las juntas directivas de las cofradías de la Virgen de Peñarroya de Argamasilla de Alba y la de la Virgen de las Viñas de Tomelloso, así como el capitán de este año, Diego Mateos Aparicio Cañadas, y la presidenta de la cofradía local, Rosa Sánchez. La Virgen y el “Chatillo” desfilaron en su carroza, adornada con su manto de color fucsia, y portando en sus cabezas la corona imperial, junto a mujeres engalanadas con mantilla. A ambos lados de la carroza, los alabarderos que desde hace siglos le sirven de protección, y detrás la Banda Municipal. Los párrocos de Santa Catalina, Benjamín Rey, y de San Juan Bautista de la Concepción, Oscar Casas, marchaban detrás de la carroza, así como la representación municipal que ostentaba la alcaldesa Luis María Márquez y concejales de los grupos popular y socialista.
Cuando la imagen fue colocada ante la celosía del convento de Monjas Dominicas se interpretó el Ave María, y cuando la carroza era colocada en el pórtico de Santa Catalina era el párroco, Benjamín Rey, quien pronunciaba unas palabras como fin del novenario. La banda de San Sebastián interpretó una marcha en su honor. Ya en el interior del templo se cantaba la Salve y concluían los cultos con la interpretación por la Banda Municipal del himno, que entonaron a coro los asistentes.