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                                Recogida de azafrán

    Aurelio Maroto

   La Fundación Legado Bustillo de La Solana está decidida a asumir un papel clave en el Plan Estratégico Nacional del Azafrán 2026-2030, impulsado dentro de un PERTE en colaboración con la Fundación Cellbitec, la Organización de Productores de Azafrán (OPAZ) y la Universidad Católica de Murcia (UCAM). Su director, Miguel Ruiz, ha explicado que el proyecto persigue devolver protagonismo al denominado oro rojo de La Mancha, un cultivo que une su valor económico a un fondo de honda tradición en la zona. Y no ha ocultado su optimismo ante la viabilidad y resultado del proyecto.

   La situación actual es preocupante. En Castilla-La Mancha, apenas se producen 500 kilos de azafrán al año, frente a las 170 toneladas de principios del siglo XX. Desde 1985, la caída alcanza el 95%. Aunque el Azafrán de La Mancha cuenta con Denominación de Origen Protegida (DOP), la competencia internacional es abrumadora: países como Irán o Marruecos alcanzan los 500.000 kilos anuales. Hoy existen solo 115 hectáreas cultivadas en España, a pesar de que el precio del azafrán se ha multiplicado por ocho desde 1985. Ruiz defiende su potencial: “Es rentable, sostenible y genera empleo femenino, además de mantener vivas nuestras tradiciones”.

-Miguel Ruiz LB

Miguel Ruiz, director de la Fundación Legado Bustillo              Foto: GACETA

Seis ejes de actuación

   Según ha explicado Ruiz, el plan estratégico plantea seis líneas de trabajo. Por un lado, innovación y modernización: “La automatización de la recogida y la monda será crucial. Para 2026 se esperan prototipos con visión artificial y láser”. También es importante la disponibilidad de bulbos y semillas, a fin de garantizar material vegetal para nuevos agricultores. El tercer pilar es la vertebración del sector, para fomentar cooperativas frente a la actual fragmentación. Luego está el relevo generacional, donde se planean cursos formativos gratuitos, “que ya han atraído a más del doble de los alumnos previstos”. La internacionalización también es relevante, abriéndose a mercados farmacéuticos y cosméticos, especialmente en Asia: “Una cadena norteamericana pidió 15.000 kilos y solo pudieron servir 500”, lamenta. Finalmente, aparece la sostenibilidad integral, con estudios que estiman beneficios de 20.000 a 30.000 euros por hectárea, clave para fijar población.

El reto de la automatización

   Miguel Ruiz pone el acento en la automatización es vital, un avance vital para el propósito planteado. “El gran problema es la mano de obra. Desde la floración al tostado no pueden pasar más de cuatro días”. Ya existen máquinas de recogida por un precio de 10.000-15.000 euros, asumibles sobre todo para cooperativas. El plan también busca preservar la dimensión cultural de la monda, tradición comunitaria con un fuerte componente festivo y de reclamo turístico. Además, la sostenibilidad ambiental marca la diferencia: el 100% de la producción con DOP es ecológica y libre de fitosanitarios. “El azafrán de La Mancha es único por su variedad, sus tierras y el saber hacer de nuestras mujeres”, subraya.

Confianza en el futuro

   Pese a las dificultades, Ruiz se mostró optimista. A preguntas de los periodistas, asegura que el cultivo del azafrán es claramente rentable: “Tiene una demanda creciente y una calidad reconocida mundialmente. Creemos que en los próximos cuatro años se producirá una revolución en el sector”. En este sentido, quiere que la Fundación Legado Bustillo sea uno de los epicentros de ese ‘renacimiento’ del azafrán, respaldada por la Junta de Comunidades, universidades y centros tecnológicos. Con estas bases, el sector confía en que el citado oro rojo vuelva a brillar y devuelva a La Mancha el protagonismo perdido en las últimas décadas.

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