
Los jugadores celebran el solitario gol de Ayala Foto: GACETA
Aurelio Maroto
Era una tarde para brillar y completar la fiesta con una victoria más, la séptima consecutiva. La Moheda lucía espléndida, con más de 800 espectadores y una grada teñida de azul en el día de los niños de la escuela del club, que en el descanso fueron presentados oficialmente. Así que no era el momento de fallar… y el equipo no falló. Superó al Manchego Provencio con más dificultad de la esperada, eso sí, y otro ejercicio de rigor defensivo cuando había atasco ofensivo. Así es como La Solana está fraguando a fuego lento una racha de resultados que va camino de ser histórica, y que está metiendo al equipo en la pomada como el que no quiere la cosa.
Un solitario gol de Julyan Ayala a los veinte minutos de juego fue suficiente para doblegar a un Manchego peleón y que demostró mucho más de lo que marca su precaria clasificación. Los amarillos salieron bien, con un Julyan eléctrico por el costado zurdo y bastante movilidad de los hombres de arriba. No tardó en avisar Rodrigo Alves con un cabezazo que rozó el larguero, y el propio Ayala con otro zapatazo que sacó el portero como pudo. El gol llegó en una buena maniobra del extremo canario, que no perdonó.
Con bastante practicidad, sin florituras en un campo que no las permite, La Solana apretaba. Casi todos los balones pasaban por Javi García en la creación, siempre ayudado por el bullicioso David Villar. Pudo llegar el segundo en un córner que Gregorio Uriel cabeceó al larguero y en un disparo de Tati Maldonado que se le escapó al meta y casi entra. Pero el equipo conquense aguantó el chaparrón y llegó vivo al descanso.

La Solana lo intentó sin acierto en la segunda parte Foto: GACETA
El partido cambió en la reanudación. Los visitantes metieron más gente en el medio y lograron tapar las vías de pase ofensivas. Rodrigo Alves, un poco más retrasado que de costumbre, perdió de vista la portería y los creativos minimizaron el contacto con el balón. El partido se convirtió en un duelo de centrocampismo, con minutos algo anodinos y escasas andanadas ofensivas. Eso sí, las únicas intentonas eran de La Solana, porque el Manchego tenía muy poco. De hecho, solo tiró una vez a puerta en todo el partido. Salvo algún balón colgado, Manolo era un espectador más.
Sin embargo, el 2-0 no llegaba y Julián Falcón comenzó a inquietarse en el banquillo. No tardó en cambiar cromos, algunos de ellos por obligación tras un golpazo a Micue que lo dejó KO y molestias de Tati. Pero el movimiento más audaz del técnico llegó a un cuarto de hora largo para el final, cuando apostó por el cadete Rodri. No eran minutos de recreo, sino de peso, de mucho peso. No le tembló el pulso en un momento donde lo que faltaba era calma y sosiego en la retención de la pelota. No olvidemos que en la grada estaban tres medios centros con marchamo de titulares: Iván Riveiro, Prince y Josema, el primero sancionado y los otros dos lesionados. Por cierto,Cristian Martín volvió a jugar un ratito tras su rosario de lesiones.

Rodrigo intenta controlar un balón durante el partido Foto: GACETA
Diciembre y enero, los meses clave
Finalmente, el partido expiró y los tres puntos se quedaron en casa. Son ya 21 puntos de corrido, en los que La Solana ha marcado 18 goles y no ha recibido ninguno. Un registro simplemente extraordinario que postula a los amarillos como candidatos a cosas importantes. Es evidente que esa media de 2,5 goles por partido dice cosas, pero dice todavía más cosas la potería a cero. “Los grandes equipos se construyen desde la defensa”, declaraba Julián Falcón al término del partido. La mejoría ha sido más que notable desde que arrancó la liga. No conviene perder de vista que el equipo se empezó a hacer a finales de julio –no se supo en qué categoría se iba a jugar hasta el día 23- y costó mucho ajustar los patrones de juego. Ahora es cuando La Solana comienza a ser un equipo de verdad, más allá de las individualidades, que sin duda las tiene.
Los próximos partidos van a ser claves. Tanto es así que Falcón habla de diciembre y enero como los dos meses decisivos: “Los tenemos marcados en rojo porque ahí estará la clave de la temporada”, declaró con rotundidad. El objetivo, naturalmente, es llegar a ese momento con el tanque de gasolina lleno, en lo deportivo y en lo psicológico. Por ahora, el nivel de confianza es máximo.