
Augusto Fernández en uno de sus desafíos en montaña
Aurelio Maroto
Augusto Fernández, ultratleta solanero, es capaz de enfrentarse a carreras de más de 100 kilómetros. Así, sin anestesia. La última, en León, ‘solo’ tenía 56 kilómetros por alta montaña. Poca cosa… Radio Horizonte ha hablado con él. El pasado 19 de marzo, Augusto disputó la Ultra Alto Sil. Invirtió 9 horas y 59 minutos y logró llegar ‘sobre la bocina’, solo minuto antes de cerrar el control y lejos de los primeros. Qué más da; el objetivo no era competir con los rivales, sino con uno mismo. Lo verdaderamente importante era llegar. “Son montañas, hay tramos que tienes cadenas, otros que son pedreras o zetas estrechitas, tienes que ir con cuidado y aprovechar las bajadas para correr”.
Augusto tiene 43 años, y lo curioso es que hasta los 26 años no hacía prácticamente nada de deporte. Pero se enroló en el CA Los Trotones de La Solana en 2006 y ya no paró. Ese mismo año corrió la media maratón de Almansa, y su primer maratón tres años después en Ciudad Real. La droga estaba en el cuerpo. “Hay algo que me llamaba y empecé a hacer maratones, luego maratones y medio, después un triatlón de larga distancia, hasta que empecé con las carreras de montaña”. “Me he ido acomodando a carreras de 70 a 80 kilómetros, que para mí es la distancia más cómoda”.
En efecto, Augusto corrió un Ironman en 2014. Es decir, 3.800 metros a nado, 180 kilómetros en bicicleta y un maratón. Tardó 12 horas y 20 minutos en terminarlo, pero lo terminó. En 2017 corrió un maratón de montaña en Trillo y se atrevió con los 65 kilómetros de la ultra de Peñalara, que incluía 2.700 metros positivos. Pero su gran desafío llegó al año siguiente, cuando disputó los 116 kilómetros del GTP (Gran Trail Peñalara), con 5.100 metros positivos. Invirtió 24 horas completas, que se dice pronto.
Desde entonces, no cesa de poner al límite tu resistencia física y mental. “Lleva un entrenamiento de muchos años”. Advierte que ningún novato debe aventurarse a retos semejantes. “Yo entren 60 kilómetros semanales y lo cruzo con natación”. Cuando haces esto por gusto hay que cuadrar horarios constantemente. Augusto es técnico de obra en el sector ferroviario y también entrena a otros atletas. No tiene otra opción que hacer encaje de bolillos si quiere mantener el nivel competitivo. Sarna con gusto no pica. Asegura que solo una vez pensó en abandonar. Fue en el citado GTP de Peñalara. Y es que 116 kilómetros dan para mucho. “Iba muy mal, pero un compañero me dijo que me veía fuerte, me animó a seguir y pude terminar”. Y es que la complicidad es constante en medio de la tormenta, sobre todo cuando fallan las fuerzas.

El ultratleta solanero tiene retos importantes en su agenda
Ya piensa en su próximo desafío. Será en septiembre, en el Valle de Tena (Pirineo aragonés). Le esperan 80 kilómetros entre pecho y espalda, con casi 7.000 metros positivos. Y más adelante habrá otros, aunque prefiere no decir cuáles. En la mente de un ultratleta hay pensamientos indescifrables para la mayoría. Sus padres, sobre todo su madre, sufren lo que su hijo no sufre en plena montaña. “A mi madre no le gusta lo que hago”, reconoce. Pero es una batalla perdida para sus progenitores. Al menos, Sheila, su pareja, le anima a seguir.
A la espera de que vuelva a calzarse las zapatillas y el equipo añadido para enfrentar la montaña en una nueva carrera, Augusto mantiene intacta la motivación. Su cuerpo y su mente están construidos para darlo todo. Para convertir el sufrimiento en gozo. Y obtener la mejor recompensa posible: llegar a meta.