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Juli celebra un gol con La Solana

 

   Juli celebra un gol en La Moheda                                                                                              Foto: Sebas Candelas

               Aurelio Maroto

          La cara oscura del deporte llega tarde o temprano, incluso para los tipos más duros, para esos que parecen hechos de hierro. Como Juli. Pero el sol también vuelve a salir tarde o temprano, sobre todo para los tipos más audaces, para esos que, en verdad, son de hierro. Como Juli.

            El poderoso defensa solanero, sin duda en el top-5 de los mejores centrales del CF La Solana en toda su historia, ha frenado en seco. Su reloj competitivo se paró el 16 de mayo, en la segunda mitad del partido contra el Azuqueca. Un mal giro al borde del área quebró su rodilla derecha. Sus compañeros escucharon el chasquido y La Moheda se estremeció. Siete días después, la resonancia magnética desveló la mala noticia: rotura del ligamento cruzado. A la espera de operación y con el deseo de que todo salga bien -que saldrá-, el coliseo amarillo queda huérfano de uno de sus estandartes durante un largo tiempo. Es un torpedo en la línea de flotación del equipo, y del mismo club, que navega en aguas turbulentas y ve muy cerca el descenso a Preferente.

           El mundo del fútbol en la provincia, y en la región, se ha movilizado con mensajes de apoyo. “No me lo esperaba; me han llamado antiguos compañeros, entrenadores y gente que ni recordaba”, ha explicado a Radio Horizonte. Lógico cuando hablamos de un señor dentro y fuera del campo. Hay pocos jugadores de cierta trayectoria en el fútbol autonómico que no conozcan la jerarquía del central solanero, y pocos delanteros que no hayan sufrido sus cerrojazos.

           Llama la atención su respuesta a la pregunta de cómo se siente: “Bien, es lo que toca y ya está”, contesta resuelto. Como si ya estuviera acostumbrado a episodios de lesión, cuando nada más lejos de la realidad. “No recuerdo ninguna lesión porque no he tenido ninguna lesión”, dice con naturalidad. Tan solo un pequeño esguince hace dos temporadas, a las órdenes de Carlos Gómez, y una leve contractura hace pocas semanas, ya bajo la tutela de Kiko Vilches. O sea, un portento físico capaz de disputar 38 partidos una temporada sí y otra también, por supuesto al máximo nivel. Una rareza si tenemos en cuenta que, además, Juli madruga cada día para trabajar en la construcción en Madrid. Cuatrocientos kilómetros diarios y a entrenar a La Moheda. Así, un año tras otro.

           Espera que lo operen pronto y no desespera. “Mientras tanto fortaleceré la pierna, que me han dicho que es bueno…”. Y mientras, claro, seguirá a pie de obra, que no ha abandonado un solo día desde que cayó lesionado. Lo primero es lo primero. “Yo puedo andar, así que a trabajar”, insiste. Y como puede andar, confía en que la recuperación será mejor de lo esperado. “No tengo afectado el menisco ni el interno, así que a ver si me operan pronto y a seguir la marcha”.

Juli el pasado 3 de abril en La Moheda

 

Juli, en el partido del pasado 3 de abril en La Moheda

 

           A sus 29 años –cumple la treintena en noviembre-, quiere recuperarse bien. “Hay que ver cómo queda la rodilla, porque lo más importante es la vida diaria, no el fútbol”. O sea, no se obsesiona con volver al verde, pero tampoco se ve fuera de él. No todavía. “Yo quiero volver a jugar, pero sin prisas”. Tiene el referente de su amigo Almarcha, que ha tardado un año en reaparecer tras romperse el tendón de Aquiles, una lesión incluso más compleja. Entre tanto, Juli lamenta la situación del equipo, con más de medio pie en Preferente. “Es una pena, pero no hay que mirar atrás y tenemos que agarrarnos a cualquier posibilidad mientras haya esperanza”. Prefiere no pensar en el año que viene.

           La realidad es que La Moheda echará de menos la impronta de uno de sus jugadores más mimados. Más tarde o más temprano, en Tercera o en Preferente, lo importante es que Juli regrese. Igual que Almarcha –ambos son de la camada de 1991- constituyen parte de la esencia del CF La Solana en la última década. Si volvió uno, volverá el otro.

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