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         Aurelio Maroto

         Diciembre Intercultural acabó entre ricos platos de comida para aquellos que se acercaron a la caseta municipal. La muestra gastronómica de este año reunió un estupendo mosaico de recetas típicas de ocho países del mundo. Sobre las mesas preparadas para la ocasión, se vieron paisas de Colombia, toroskaposta de Hungría, platanitos picantes de Ecuador, guñapes de Bolivia, tolumbichxi de Bulgaria, parizer de Rumanía, chebullane de Senegal y, por supuesto, tortilla española, entre otros muchos ejemplos de la cocina que representa a gran parte de las naciones cuyos súbditos viven en La Solana.

         Fue un ejemplo magnífico de la riqueza que la inmigración puede ofrecer, y la gastronomía ha servido como excusa para que todas esas culturas compartan mesa y mantel, al menos una vez al año. El pequeño mapamundi que se dio cita el domingo en la caseta exhibe la diversidad real que hoy en día se mueve en la localidad. Diciembre Intercultural persigue justamente eso, unir esa diversidad en un frente de vida en común, cosa que no siempre sucede. La concejala de Bienestar Social, Jose Simón, explicó cómo “a través de los olores y los sabores se vive la interculturalidad de forma efectiva”. Ella misma dijo en la inauguración que “la coexistencia debe convertirse en convivencia”. Lo primero está conseguido, desde luego, pero lo segundo no tanto.

         En este sentido, una inmigrante ecuatoriana, Sara Noemí, elogió la idea de esta jornada gastronómica “para conocernos y establecer lazos”, pero admitió que falta mezcla natural “hay mucho nacionalismo y tendemos a agruparnos los de cada país”. Posiblemente los niños sean quienes dan lecciones al respecto “ellos sí tienen en el colegio esa relación natural y los adultos deberíamos tomar ejemplo de ellos”. Sara Noemí lleva cuatro años en España y está perfectamente integrada. De hecho, hace dos meses que contrajo matrimonio con un solanero. Por lo menos, asegura que estas iniciativas “son muestras de cariño que ayudan a conocernos mejor”.

         Sin embargo, Diciembre Intercultural ha estado plagado de episodios donde las llamadas a la integración han tenido respuestas huecas en muchas de sus actividades. Desde el PLIS, en cambio, no dejan en el empeño de insistir y el éxito de esta jornada gastronómica de clausura puede servir de antídoto perfecto para la decepción del concurso de cómic en la jornada inaugural.

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