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María Castaño y Alfonsa Díaz-Malaguilla -a la izquierda- junto a la presidenta de la Asociación de Mujeres, Mª Ángeles Torres

          Aurelio Maroto

       Alfonsa Díaz-Malaguilla tiene fibromialgia diagnosticada desde hace 3 años, aunque ella afirma que lleva 15 padeciendo una enfermedad bastante marginada desde el punto de vista social, incluso criticada, pero muy real para quienes la padecen. La Asociación de Mujeres trató este asunto en su último café-coloquio, que contó con el testimonio de dos afectadas, una de ellas Alfonsa.

         “Es una enfermedad silenciosa y los médicos no son capaces de decirnos qué nos pasa, pero hay días que no podemos levantarnos de la cama”, afirma. Ella está jubilada a pesar de corta su edad. “Te sientes inútil”, reconoce. Un problema añadido es la incomprensión de la sociedad, que a menudo duda de la veracidad de esta dolencia, sobre todo cuando ven a una afectada haciendo vida social. “Hay días que estás bien y sales, y entonces muchos piensan que no estaremos tan mal cuando salimos; la gente no nos entiende”. Alfonsa sufre dolores crónicos habituales, que se unen a episodios de vértigo, nauseas, problemas estomacales o urticarias, entre otros.

         María Castaño le acompañó en la charla. Ella también sufre fibromialgia desde hace bastante. Coincide en que el sufrimiento por el rechazo social es tan difícil de sobrellevar como los propios síntomas. “Duele mucho y te vas apagando”, insiste.

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Asistentes al café-coloquio sobre fibromialgia 

        A la pregunta de cuánto hay de psicológico, Alfonsa Díaz-Malaguilla dice que cada cuerpo reacciona de una manera a determinadas situaciones y puede haber una mezcla de factores genéticos con reacciones ante casos de mucho estrés. Eso sí, reconoce que no está probado desde el punto de vista científico. “Un médico me dijo un día que todo es psicológico, y yo le dije que no es psicológico, pero está en la cabeza”. Habla de los neurotransmisores que actúan como carteros para enviar la información y en casos como el suyo “esos neurotransmisores funcionan mal, y ahí es cuando nos duele más o simplemente lo percibimos más que otras personas”.

      Otro obstáculo es la falta de unanimidad en la comunidad médica. “Dicen que necesitamos un tratamiento multidisciplinar pero no se ponen de acuerdo entre ellos y los avances que dicen que hay no nos llega”. Lo que sí es evidente es la incidencia mayoritariamente femenina. En este sentido, Alfonsa Díaz-Malaguilla, que además es pedagoga, sostiene una máxima: “Creo que el cerebro del hombre y de la mujer son diferentes; puede haber un componente hormonal”.

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