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La presunta víctima declarando en el juicio                    Foto: LANZADIGITAL

Gabriel Jaime

El juicio por el timo de la estampita que sufrió una mujer de La Solana hace diez años ha quedado visto para sentencia. La huella de un dedo en una caja de Nesquik, donde la denunciante guardaba los 200.000 euros, podría ser clave para condenar a uno de los presuntos estafadores. El acusado, Gregorio F.L., un hombre de fuera de la provincia, podría ser condenado a dos años y medio de cárcel por un delito de estafa agravada.

La víctima fue persistente en su declaración, según explica Belén Rodríguez en Lanzadigital.com. Dijo que aquel 7 de febrero de 2011 fue al cajero a sacar dinero “se ve que me estuvieron siguiendo”, recalcó. Cuando llegó a su casa, una chica que llevaba una riñonera repleta de billetes de 50 euros “que parecía que no era normal”, dice, le preguntó por un estanco. En ese momento apareció ‘el gancho’, el acusado G.F.L., que según la denunciante “la empujó al coche que tenía aparcado por allí”, junto con la supuesta chica discapacitada “a mí me anularon la voluntad, yo ya no era persona desde que me empujaron al coche”, reiteró. A partir de ese momento, no supo qué hizo durante la larga hora que pasó con los timadores.

Explicó que la chica decía que llevaba “estampitas y papelitos” que iba a quemar, y animada por el acusado accedió a entrar a su casa, para salir con 85 euros que le propuso cambiar a la falsa discapacitada por la bolsa con el dinero de un supuesto premio de la lotería. Pero los timadores no se conformaron con eso y le pidieron más billetes, accediendo al lugar donde guardaba los ahorros, un falso techo en un cuarto de baño. Del escondrijo sacó la famosa caja de Nesquik con los 200.000 euros para hacer el trueque. Sin que la mujer se diera cuenta, “la chica empezó a darme besos y a decir quera muy buena persona”, momento en el que se supone que el acusado cambió los 200.000 euros por toallitas higiénicas y papelitos.

La cantidad de dinero en cuestión era “el fruto de años y años de trabajo en el campo (desde los diez años), sin vacaciones ni restaurantes”, según declaró el marido de la denunciante. Al parecer, lo guardaba con el fin de comprarse una nave agrícola para guardar el tractor y otros aperos.

El acusado no recordó qué hacía el día que la mujer denunció el timo, a pesar de haber encontrado su huella en la citada caja. Explicó que pudo tocar el envase en algún supermercado de La Solana y que posteriormente lo comprase la mujer, o que hubiera entrado a desayunar en alguna casa de la localidad después de hacer un trabajo de tapizado a domicilio junto a su padre. El presunto timador fue detenido en el año 2015 cuando intentó pagar con un billete falso en Oviedo. Al tomarle las huellas, comprobaron que coincidían con este caso sin resolver. El juicio ha quedado visto para sentencia.

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