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Gol de Sancho

 

Celebración del gol de Sancho, único del partido                                       Foto: GACETA

           Aurelio Maroto

La Solana: Fran Ucendo, De la Hoz, Juli, Sancho, Juan, Pirri, Josema, Luque, Vicente, Ángel Luis y Said. En la segunda parte salieron Diego Sevilla, Mini, Acosta y Maikel.

Huracán de Balazote: Juan, David Ruíz, López, Carlos, Javi Martínez, Josemi, Biho, Fernando, Peri, Javi Villar y Romero. En la segunda parte salieron Josete, Cortés, Juanpa y Catali.

Árbitro: Sandoval Marchante. Amonestó a los solaneros Said, Sancho y Mini, y a los visitantes Fernando y Juan

Goles: 1-0 m.8 Sancho, de penalti.

Incidencias: Partido a puerta cerrada en La Moheda.

            Patricio Peinado no cabía en sí de gozo. Hombre prudente y de gestos comedidos, su explosión de júbilo al término del partido era todo un símbolo. El presidente amarillo, inquieto en los prolegómenos, acabó siendo la viva representación de toda la gente del club, exhibiendo una euforia indisimulada, probablemente desmedida tras un simple triunfo. Pero qué triunfo. He ahí la diferencia. Era tal la angostura del camino que ese 1-0 suponía un tesoro de incalculable valor, una especie de liberación imposible de atemperar.

            Y es que el farolillo rojo quemaba y La Moheda, todavía en silencio, no podía dar el plus. Había que domar un huracán, que llegaba con su cartel de equipo revelación. Pero La Solana sopló más fuerte desde el inicio. Con Meshack camino del destierro -¡qué gran decepción el ghanés!-, Kiko Vilches estrenó ariete: Said Ougri, de vuelta otra vez. Y mediapunta: Ángel Luis, que apenas había tenido tiempo de saludar a sus nuevos compañeros. Era preciso revolucionar el panorama en ataque, la gran rémora La Solana en la primera vuelta. Junto a ellos, el mejor Luque que recordamos y un Vicente on fire. Cuarteto de lujo para empezar la reconquista.

El efecto fue casi inmediato. Ángel Luis provocó un penalti tempranero, aunque los fantasmas sobrevolaron tras varios errores recientes desde los once metros. Pero Sancho ejerció de capitán y pareció gritar: “¡mirad, así se tira un penalti!”. El 1-0 sacó muchos demonios y dio tranquilidad.

Quedaba un mundo. El Huracán empezó a asomar ante Fran Ucendo, la otra gran novedad del once amarillo. Eso sí, con poca profundidad a pesar de los esfuerzos de Biho, Josemi y Fernando por dominar el cotarro. El trabajo de Pirri y Josema en la primera línea fue sensacional. Y claro, superar al cuarteto de detrás ya era misión imposible para un Balazote animoso, aunque sin colmillo en el último pase.

La Solana bailaba cómoda sobre ese escenario. Bien posicionado en defensa, el equipo sentía que, por fin, tenía veneno arriba y en cualquier momento podía morder de nuevo. La movilidad de Said y Ángel Luis amplificaban las acometidas de Luque, Vicente o De la Hoz.

La primera parte acabó con ese exiguo 1-0. Se repetía el guión del día del Manchego, que acabó como acabó. Además, a nadie escapaba que el equipo llevaba diez días sin entrenar, al menos como se debe. El segundo tiempo sería una nueva guerra, tan dura como impredecible.

La Solana arrancó bien, con un Pirri muy activo en el reparto y minutos de claro dominio territorial. Hasta que José Luis Fuentes reaccionó. Removió su banquillo y el Huracán se reseteó a base de viento fresco. Apretaban los albaceteños. Por banda y por el centro. Y aprovechaban sus centímetros para intentar ganar los centros laterales que conseguían generar. Ahí sufrió el equipo de Vilches, que en el minuto 70 decidió no esperar más. Esta vez sí tenía plan ‘b’, con 19 futbolistas convocados. Salieron Diego Sevilla y Mini, un dique perfecto para recrecer el muro de contención y un extremo con el depósito lleno. Al contrario que la última vez, el equipo no se hizo tan largo. Los dos repuestos, como sucedió poco después con las entradas de Acosta y Maikel, oxigenaron muchísimo el motor. De hecho, las mejores ocasiones fueron locales, en especial un mano a mano que Juan salvó a pies de Juanjo Luque.

Cuando Sandoval Marchante pitó el final, el grito de la hueste amarilla resonó en los alrededores de La Moheda. Y eso que estaba huérfana de aficionados. Kiko Vilches, curtido en mil batallas, se notaba excitado en la rueda de prensa. Por la victoria, sí; por los tres puntos, desde luego; pero fundamentalmente por el desempeño de su tropa. “Es para estar orgullosos de estos jugadores, por como lo han dado todo tras diez días sin entrenar; tengo un equipo con alma”. Su fama de ‘salvaequipos’ le precede. Este 1-0 era el punto de inflexión que necesitaba para recordar que llegó a La Solana con una misión. Y esa misión sigue intacta.

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