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Rafa Garcel

Rafa Garcel en plena actuación en la Plaza Mayor                                                                                                                Foto: GACETA

             Aurelio Maroto

            Rafa Garcel pasó por La Solana como suele, con una enorme energía y una voz versátil y poderosa que enamora a la primera. El cantante malagueño regresó para cerrar oficialmente las actuaciones de la Feria y Fiestas de Santiago y Santa Ana en la Plaza Mayor. El público que llenaba las sillas y las terrazas adyacentes disfrutó con la capacidad camaleónica de Garcel para adaptarse a todo tipo de registros vocales, desde la copla o el bolero, pasando por la balada y terminando por el flamenco. Cómo no, sus imitaciones únicas del gran Antonio Molina pusieron el punto álgido al recital, acompañado a la guitarra por Antonio ‘el de la Alfonsa’.

            En declaraciones previas a la prensa local, Rafa Garcel se sintió feliz por volver a La Solana, donde tantas veces ha actuado en los últimos años, tanto en la plaza como en el teatro Tomás Barrera. “Sólo falta que me hagan hijo adoptivo”, bromeaba. Explicó que vive un buen momento en su carrera, ya que no le falta trabajo y el público sigue valorando su voz y su capacidad para atacar estilos muy diferentes.

            Lo más curioso es que se siente muy cómodo atacando la exigente tesitura de Antonio Molina. “Siendo más difícil, lo tengo más trabajado y me siento más a gusto en esas tonalidades”. Eso sí, rechaza considerarse un imitador del genial solista malagueño. “Ni me visto como él ni me peino como él, aunque sí hay cositas en los falsetes que se asemejan mucho”. “Antonio Molina era único e irrepetible”.

            Aunque no quiere que la gente lo encasille como un mero émulo del mítico solista malagueño, admite que le piden constantemente que cante algunos de sus grandes éxitos, como ‘Soy Minero’ o ‘Cocinero cocinero’. El público solanero tuvo la ocasión de comprobar la amplitud de voz de Rafa Garcel y su trasmisión desde el escenario. Antonio ‘el de la Alfonsa’ fue el complemento perfecto acariciando con maestría la guitarra española.

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