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Imagen de las calles repletas de gente para ver el paso de la cabalgata

           Aurelio Maroto

         La Solana entera se echó a la calle para recibir a los magos de Oriente, esa visita que prende de entusiasmo los inocentes corazones de nuestros niños, también de muchos mayores, y que sirve de epílogo a las largas fiestas navideñas. Es, en resumen, la cabalgata de la ilusión. Melchor, Gaspar y Baltasar recorrieron las calles solaneras, ya sin restricciones, dispuestos a que su carga de regalos y su halo de magia se extendieran por doquier.

Fueron miles las personas que siguieron el recorrido del cortejo real, fiel a su itinerario de todos los años. A las 8 de la tarde salió desde la guardería ‘Virgen de Camino’, en la calle Isaac Peral, para enfilar el Rasillo del Santo, subir hasta Carrera, doblar por Cardenal Monescillo, bajar por Emilio Nieto, entroncar con Cristo del Amor, entrar en Concepción y desembocar en la Plaza Mayor. No había tramos huérfanos de gente. Al contrario, la apacibilidad de la noche, fresca pero nada gélida, ayudó a llenar las aceras.

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Una de las carrozas durante el desfile

Festejos había preparado una cabalgata de grandes proporciones, con carrozas suficientes para albergar al amplio carrusel de asociaciones y peñas inscritas para dar colorido al desfile. El mundo de la discapacidad repitió protagonismo con la participación del Centro Ocupacional ‘Virgen de Peñarroya’, Alas de Papel, CADIG ‘El Pilar’, Lydia Somos Todos y Club de Ocio Reto. No faltaron las organizaciones agrarias COAG, ASAJA y UPA, cuyos tractores tiraban de las carrozas. También estaban representantes de las AMPAS de los ocho colegios de Primaria de la ciudad: La Moheda, San Luis Gonzaga, Federico Romero, Sagrado Corazón, El Humilladero, Javier Paulino, Romero Peña y El Santo, a los que se unieron las peñas 8+1 y Aparta que no veo.

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      La Banda de Jesús Rescatado desfiló ambientada para la ocasión

A bordo, se podían ver escenas típicas navideñas, desde disfraces de Papá Noel hasta pastorcillos, pasando por pajes reales. Un atrezo adecuado para una ambientación acorde con lo que manda la tradición, como también demostró la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Rescatado, que abría la comitiva de sus majestades de Oriente con indumentarias muy reconocibles para un momento así. Una de las novedades más llamativas fue unos vistosos caballos de luz, que abrieron de par en par los ojos de niños y mayores en la cabecera del desfile.

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El rey Baltasar saluda a la multitud

El colofón lo pusieron los caramelos. Una lluvia dulce que volvió a dejar imágenes de gente honrando el canto de Las Espigadoras: levantarse y volverse a agachar… Muchos llevaban bolsas que iban llenando como si no hubiera un mañana. Otros soportaban como buenamente podían el aguacero de golosinas como si de una fuerte granizada de tratase.

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Un voluntario de Protección Civil durante la cabalgata del jueves

Y, cómo no, conviene destacar el trabajo organizativo de un desfile que entraña su dificultad. Los operarios municipales se afanaron para tenerlo todo a punto, desde la salida hasta la llegada, procurando que la cabalgata mantuviera un ritmo constante, sin espacios en blanco. Con anterioridad, la Policía Local –y la grúa- habían despejado de vehículos las calles. Voluntarios de Protección Civil completaron el dispositivo de seguridad, antes y durante el recorrido. Finalmente, los tres magos pudieron escaparse de la multitud para terminar de preparar sus regalos y comenzar el reparto de regalos con su proverbial discreción. Para entonces, muchos niños solaneros ya habían tenido respuesta a sus cartas al volver a casa. Otros se echaron a dormir, a la espera de que al despertar vieran que sus zapatos tenían compañía…

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