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Alcalde rueda palomas

Luis Díaz-Cacho exhibió su preocupación por el problema de las palomas            Foto: GACETA

         Aurelio Maroto

Es difícil encontrar una ciudad que no tenga el mismo vecino incómodo: las palomas. Muchos ayuntamientos se dan cuenta de que es una cuestión de salud pública. Crecen a un ritmo exponencial y muy difícil de controlar, sin que haya un plan común para evitar su imparable proliferación. La Solana no es una excepción. Muchos edificios públicos y privados están colonizados, con todo lo que ello implica desde el punto de vista sanitario. Tanto que el alcalde, Luis Díaz-Cacho, se ha asomado a los medios. “Es urgente la colaboración ciudadana”, ha declarado. A falta de una ordenanza específica o de otros resortes legales, ha pedido extremar la vigilancia, especialmente en aquellas viviendas abandonadas o inmuebles donde las palomas puedan anidar con facilidad.

“Hay condicionamientos de legalidad que complican la eliminación de las palomas”. “Tienen que ser empresas que demuestren toda la trazabilidad y hay proteccionistas que denuncian la caza de palomas”, manifiesta el regidor. Por eso, cree que una buena manera de comenzar a atajar el problema es la cooperación vecinal. “Propongo visitar periódicamente los inmuebles deshabitados y cerrar bien todos los huecos, tejados, ventanas, canalones, persianas etc.”. “Cuando hay palomas en una casa vacía trasladamos las molestias a nuestros vecinos”.

            Díaz-Cacho asegura que el Ayuntamiento se está esforzando en mantener libres de palomas los edificios municipales, aunque la palomina se puede ver en algunos tejados. La parroquia de Santa Catalina es un buen ejemplo a pesar de las muchas medidas antipalomas puestas en marcha. “Si continúa habiendo problemas lo tendremos que poner en manos de sanidad, de los jurídicos o de quienes entiendan de esto, pero si nos preocupamos de cuidar nuestras viviendas deshabitadas volveremos a convertir este problema grande en pequeño”.

Palomas posadas en las cornisas de la torre

 

Palomas en las cornisas de la torre parroquial en una imagen reciente                                               Foto: GACETA

          A preguntas de la prensa, reconoce que la ordenanza de medio ambiente podría añadir artículos aplicables. “He buscado soluciones a través de otros municipios y la respuesta ha sido ninguna. En todos existe el problema pero ninguno ha encontrado una solución”. “No hay una metodología de trabajo común”. Halcones, ultrasonidos, pinchos… Todas las soluciones parecen no ser suficientes. “Voy a trasladar el problema a la FEMP para preguntar si existe alguna medida que sea efectiva y a ser posible a corto plazo”, concluyó.

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