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Copia de CF-Valdepeñas gol de Sancho

El equipo celebra el gol de Sancho, que no fue suficiente para ganar                                                                                             Foto: GACETA

           Aurelio Maroto

            El Valdepeñas terminó de agitar La Moheda en el último suspiro. Un gol de Merino en el minuto 90 heló la sangre de la afición amarilla, que ya andaba de uñas con los suyos. La Solana estaba recetando un partido decepcionante, sostenida únicamente por el golazo de Sancho en un libre directo.

            El empate sabe a derrota y la semana transcurrirá con el paladar amargo. Además, la hinchada terminó muy enfadada, con el equipo y con el entrenador. En el pasillo de entrada a vestuario, el padre de un jugador local increpó airadamente a Luismi, que respondió. Si la actitud de ese padre es criticable, que lo es, porque pone en un compromiso a su propio hijo, el técnico salmantino debió callarse y aguantar el chaparrón. Va en su sueldo.

            El guión del partido se escribió mal desde su prólogo. Luismi planteó una defensa de tres centrales y dos laterales largos, con Capelo como cerebro junto a Raúl. Arriba, los dos ‘Edu’. Jugando en casa, muchos pocos entendieron el uso de dos delanteros natos, pero pocos el cambio de sistema, sobre todo con un Mini mermado físicamente. Y luego están los futbolistas, que tampoco supieron aplicar la pizarra. La Solana perdió de vista el balón desde el primer minuto y ahí comenzó su calvario.

            El Valdepeñas se limitó a aplicarse tácticamente, con una línea de cuatro adelantada, y encontrarse con un esférico que no esperaba tener. Ni la desgraciada lesión del solanero Juanma diezmó su disciplina. El partido entró en un tuya-mía sin sentido que beneficiaba a la teórica víctima. El gol de Sancho a los 20 minutos, tras ejecutar magistralmente un golpe franco, no sirvió de bálsamo. No allanó el terreno ni aclaró ideas. Atrás, el equipo sufría en el balance defensivo, con Diego Sevilla algo despistado como falso lateral intentando tapar lo suyo y lo de un mermado Mini. En la creación, el gran Josema de la pretemporada no apareció para armar el juego y Raúl correteó sin encontrar feeling con el balón. Capelo, al que Luismi concedió el mando, hizo un despliegue descomunal y acabó siendo el mejor de su equipo, aunque no le dio para tapar todas las miserias.

Copia de CF Mini-1

Mini pelea por un balón durante el partido contra el Valdepeñas                                                                                                                     Foto: GACETA

            Faltó juego escalonado, claridad en la ronda de pases y entrada en tres cuartos. Para colmo, Edu Jiménez anduvo impreciso y estático. Edu Corrales sí tiró más rupturas y participó del juego, pero cuando tuvo la ocasión de rematar la faena, por ejemplo en un mano a mano en la segunda parte, también falló.

            Precisamente el Valdepeñas empató cuando mejor estaba La Solana. Los vinateros habían tenido sus opciones, muy claras, en varios remates a bocajarro que desbarató un espléndido Aless, cuya única asignatura siguen siendo los balones aéreos. Pero los locales pudieron hacer un roto muy serio en el último tercio de partido, justo cuando Luismi decidió mover ficha e introducir a Jose María y Babu. Este último revolucionó el encuentro y ayudó a generar juego y ocasiones. Corrales, Almarcha y el mismo Babu tuvieron ocasiones, claras no, lo siguiente, pero no acertaron. De eso no tiene culpa el entrenador, por cierto.

            El postrero gol de Merino se clavó como un cuchillo para rajar La Moheda en dos. Toca levantarse y también reflexionar. Luismi dijo al final que no es problema del sistema, pero cambió el sistema en casa y el equipo naufragó. Sea o no causa efecto, ese es un hecho objetivo.

           

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