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CB junior afición en Toledo

Equipo y afición, unidos en la celebración al término de la final                                  

           Aurelio Maroto

            La garganta de Fernando estaba, y todavía está, hecha unos zorros. La suya y la de docenas de aficionados, roncos de tanto gritar, de tanto animar, de tanta tensión y pasión vividas. Es la lógica ‘factura’ de un acontecimiento así, de una experiencia así. Pero se paga con gusto, el gusto de haber sido testigos de algo único, con el añadido del éxito deportivo. Más de cien solaneros pusieron color, calor y ambiente en las gradas del pabellón del IES Universidad Laboral de Toledo, un escenario para la historia.

            El CB La Solana Fritos Sevilla junior sacó el domingo billete para el Campeonato de España tras alcanzar la final autonómica. La tropa de Fernando se había clasificado brillantemente para la ‘final a ocho’ tras una liga regular impecable. La capital regional esperaba a nuestros gladiadores, dispuestos a lidiar con las mejores canteras de Castilla-La Mancha. Sin miedo y sin complejos. Con ilusión y con arrojo.

            El arranque se las traía. Esperaba el Grupo 76 de Alcázar, un clásico que había dominado con puño de hierro el grupo B de la Liga Especial. Partido sin tregua, prórroga incluida, y triunfo amarillo por 80-75. Una pica en Flandes que entreabría la puerta a semifinales. A punto estuvo de confirmarse el pase en el duelo siguiente contra otro ‘grande’, el Albacete Basket. Estuvo cerca, sobre todo tras el aplastante 59-39 al término del tercer cuarto. Faltó cuajo y sobró excitación para ganar, pero ese punto abajo al final también demostró muchas cosas. Las redes sociales se rendían ante el talento de los galanes.

            Y llegó el tercero para confirmar la gesta. El Cuenca no fue un rival fácil, qué va. Hubo que esperar al último cuarto para ver la diferencia real y clavar un claro 91-78 en el electrónico. La semifinal estaba en el bolsillo.

            Había que descansar para el duelo definitivo del domingo. Enfrente, el CEI Toledo, otro emblema del basket manchego. Duelo titánico, pleno de emoción y máxima igualdad. Guión lógico que acabó en prórroga tras un final de infarto. No le tembló el pulso a Roman Danchevskyy. Los nuestros volvieron a gestionar con lustre la ‘muerte súbita’ y derribaron al anfitrión por 79-71. Éxtasis amarillo, en la pista y en la grada.

            Eran casi las tres de la tarde y la final esperaba a la vuelta de la esquina. Tan cerca que apenas hubo tiempo para tomar un bocado y volver a la ronda de calentamiento. Esperaba el Albacete Basket, otra vez, aunque con dos diferencias notables. Una, el equipo llegaba exhausto. Y dos, había una íntima satisfacción porque la fase nacional estaba conseguida. La Solana lo intentó, peleó y se dejó el alma, pero no pudo ser. Faltaban piernas.

            Pero fue la derrota más dulce. Ese 79-63 escoció lo justo. La marea amarilla, incansable desde el jueves, jugador ‘número seis’, se fundió con los chavales en la apoteosis del éxito. Misión cumplida… y rumbo a La Alcarria.

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