
Carmen Grande -centro- en la presentación de la conferencia Foto: GACETA
Aurelio Maroto
El testimonio de Carmen es simplemente desgarrador. Se puede decir más alto, pero no más claro. La presidenta de la Asociación Provincial de Mujeres y Familias Víctimas de Violencia de Género “Sin Miedos” sabe de lo que habla, porque lo ha vivido en sus propias carnes. Este lunes, el coqueto salón de actos de la Biblioteca Municipal de La Solana acogió una de las charlas más intensas y conmovedoras del programa organizado por la Concejalía de la Mujer con motivo del 25-N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres. Un encuentro destinado a remover conciencias, promover la prevención y recordar que la violencia machista no es una idea abstracta, sino una realidad que hiere cada día.
Carmen Grande contó su historia con una crudeza que hiela el alma, pero que enseña el camino. El camino de la denuncia y, probablemente, de la supervivencia. “Lo que quiero transmitir —dijo— es la importancia de concienciar, de saber decir no. Cualquier mujer puede sufrir violencia en cualquier momento, no existe un prototipo”. Sin titubeos, resumió a la prensa los 13 años y tres meses que vivió bajo el yugo del maltrato. Relató la noche en que, tras la paliza definitiva, creyó que no saldría con vida. Ese día, logró salir de su domicilio en Tomelloso, consiguió escapar a la carretera, ensangrentada, y se plantó ante un coche para suplicar que la llevaran al cuartel de la Guardia Civil. “Si no me llevaban, me mataba”, confesó. Desde allí comenzó un periplo desesperado para salvar a su hijo pequeño, que había quedado en manos del agresor. “Entré chillando: ‘¡Por favor, id a mi casa, que mata a mi hijo!’”. Aquellos guardias civiles —recordó con emoción— fueron su primera línea de vida, los que abrieron el camino hacia un juicio rápido y, finalmente, hacia su libertad.

El auditorio se llenó para seguir la charla Foto: GACETA
La Guardia Civil son los ´ángeles de la guarda’ de estas mujeres, reconoció Carmen. Uno de ellos se llama Carlos y pertenece al equipo Viogén de la comandancia de Manzanares. Ofreció su mirada profesional, y también humana. Coincidió en que las nuevas generaciones afrontan un reto complejo: “Hay más información y más protección que nunca, pero los números no bajan”. Las redes sociales, subrayó, están alimentando nuevas formas de control, manipulación y violencia, especialmente entre jóvenes. Aun así, destacó un avance decisivo: “Cada vez más mujeres confían en nosotros. Aumentan las denuncias y la conciencia de que no solo existe la violencia física, sino también la vicaria, la económica y la que se ejerce a través de lo digital”.
La punta del iceberg
Durante la conferencia posterior, que fue presentada por la directora del Centro de la Mujer, María Jesús Rodríguez-Brusco, intervino la concejala de la Mujer, Ramona López, quien recordó que ninguna sociedad puede llamarse democrática mientras permita que mujeres, niñas y niños vivan atemorizados. Las cifras, dijo, son implacables: 1.333 mujeres han sido asesinadas en España desde 2003, 60 en Castilla-La Mancha; 38 de ellas en lo que va de 2025. “Son solo la punta del iceberg de una violencia estructural”, advirtió. Ante esta realidad, reivindicó el compromiso colectivo bajo el lema regional: Yo no comparto violencia hacia las mujeres. Porque, recordó, la desigualdad, también en su versión digital y tecnológica, sigue siendo el origen de todas las violencias.