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Público frente al monolito en recuerdo de las víctimas            Foto: GACETA

     Aurelio Maroto

   Este sábado, en el corazón del verano manchego, La Solana detuvo su rutina de feria para rendir homenaje a los abuelos, a los que están y a los que se fueron, especialmente a quienes perdimos durante los duros meses de la pandemia. El acto, organizado por el Ayuntamiento de La Solana, en colaboración con la Plataforma de Afectados y Familiares por la COVID-19en Castilla-La Mancha, congregó a decenas de personas en un emotivo encuentro marcado por el recuerdo, el amor y la memoria compartida.

   La fecha no era azarosa: el Día de los Abuelos. Santa Ana es la copatrona de La Solana, pero también es conocida como la ‘abuelica’. Aprovechando la celebración, el parque de La Veguilla acogió un acto sencillo, a la vez que emotivo, que volvió a poner nombre a aquellas personas, en su mayoría ancianos, que se marcharon de una manera tan abrupta como injusta. Allí, el concejal de Agricultura, Julián Díaz-Cano, presentó y coordinó un encuentro regado con la música de Francis Alhambra y no pocas lágrimas de emoción. “Es un homenaje a quienes perdimos durante la pandemia de la COVID-19, una herida que, aunque invisible, sigue muy presente en nuestros corazones”, dijo el concejal, que agradeció la presencia de varios de sus compañeros de Corporación Municipal, de ambos grupos políticos, y excusó la ausencia de la alcaldesa, Luisa Márquez.

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El acto se celebró en el parque de La Veguilla      Foto: GACETA

   Hace justo un año, en este mismo lugar, se plantó un olivo centenario como símbolo de vida, resistencia y eternidad. A sus pies se colocó una placa en recuerdo de los ausentes. "No fue un gesto simbólico, fue una promesa: la de no olvidar. Porque sus nombres, sus historias y sus risas seguirán vivos entre nosotros", subrayó Díaz-Cano. La emoción se elevó al sonar una canción cargada de poesía y ternura: Me quedo en este mar, con la guitarra y la voz del cantautor solanero Francis Alhambra. La música tejió así un puente entre los que ya no están y quienes les siguen recordando, envolviendo el parque en un silencio respetuoso y lleno de sentimiento. A continuación, se guardó un minuto de silencio en memoria de todas las víctimas de la pandemia. Sin palabras, pero con todos en pie, el aire se llenó así de respeto, de duelo y de presencia. Porque, como se repitió a lo largo del acto, no fueron cifras: fueron personas, con nombre, historia y familia.

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José María Tercero, de la plataforma de voluntarios de La Solana       Foto: GACETA

   El homenaje también quiso agradecer a quienes, en los momentos más duros, estuvieron al pie del cañón. Se entregaron distinciones a personas y entidades que mostraron un compromiso durante la pandemia. La primera a la Plataforma regional de afectados y familiares, cuya representante, María José Saiz, agradeció el acto y el gesto. Reclamó seguir recordando la memoria de las víctimas: “No son números, son huellas imborrables”. También fue reconocida la plataforma de voluntarios de La Solana, simbolizada en la figura de José María Tercero, quien lideró en tiempo récord una red de apoyo vecinal. “Yo no soy el protagonista; hicimos lo que teníamos que hacer”, dijo. La tercera distinción recayó sobre Francis Alhambra. “Sus canciones sirvieron como consuelo, tributo y vehículo de unidad en los días más oscuros”.

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Aquilino López de la Osa lamentó la facilidad con la que olvidamos         Foto: GACETA

   Por último, se entregó otra distinción al solanero Aquilino López de la Osa, jefe de medicina interna del Hospital Comarcal ‘Virgen de Altagracia’, primera línea de defensa contra el virus en esta zona. Su intervención fue tan sobria como honesta: “Del COVID ya se ha dicho mucho. Lo importante ahora no es hablar más, sino hacer más. Fue una etapa muy dura, sobre todo al principio, cuando nadie sabía cómo actuar. Pero al final, creo que dimos una respuesta sanitaria correcta.” Su reflexión más profunda llegó a continuación: “El gran defecto del ser humano es su memoria corta. Olvidamos pronto. Ojalá esto nos sirva para aprender, porque vendrán otros retos similares, y debemos estar preparados”.

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Francis Alhambra emocionó con su música          Foto: GACETA

   El acto se cerró con la lectura de los nombres y edades de las víctimas, y con un poema breve pero eterno: "Ellos nunca morirán porque sus cuerpos olvidados se reencarnaron en infinitas estrellas y cientos de olivos del campo. No pueden morir porque viven en el alma de quienes les hemos amado”. El epílogo lo puso, de nuevo, Francis Alhambra con El amor sobrevive a la tormenta, canción que lanza un mensaje claro: recordar es resistir al olvido.

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