La afición sigue confiando en su equipo Foto: GACETA
Aurelio Maroto
La Solana se pierde en la espesura del bosque. Defiende bien, se afana en crear juego sobre un patatal, tiene actitud, brotes de energía, de empuje… Pero la luz se apaga a la hora de definir. Y sin gol no hay paraíso. El empate a cero frente al At. Tomelloso es el tercero consecutivo de la tropa de Julián Falcón. Y el tercero también donde los amarillos se quedan huérfanos de red contraria en La Moheda. La afición, que acudió en masa, volvió a quedarse a medias con los suyos, a quienes no reprochan falta de valor, sino finura cara a puerta. Tal vez Rodrigo Alves -que se graduó precisamente en Tomelloso con aquel maravilloso hat-trick en la primera vuelta- represente la frustración amarilla en los metros finales. Parece haber perdido colmillo, y con él todo el equipo.
El derbi comarcal venía precedido de una semana donde el técnico canario había pedido un esfuerzo a la directiva para reforzar la plantilla, diezmada tras las marchas de Javi García, Cristian Martín, y en menor medida Víctor. De momento, sin éxito. No es poco que las lesiones respetan, aunque ya se está viendo que ahí arriba hay un ring de boxeo endiablado con muchos púgiles en busca de lo mismo. El At. Tomelloso es uno de ellos y pelea por no despegarse de la pomada. Llegó a La Moheda en busca de pescar algo y pronto se vio que no hacía ascos a un puntito. O eso nos pareció. Tiene un plantel plagado de jugadores con experiencia en Tercera RFEF y un caramelo recién llegado, Loren Molinero, al que una tempranera tarjeta amarilla pudo condicionarle. Pero los auriverdes tienen un juego demasiado plano y una jugada fetiche: Saque de puerta largo de Monreal en busca de Abraham, y que el sevillano invente. Bastó un buen trabajo de Aridani para frenar sus piruetas por el costado zurdo.

Rodrigo Alves peleó sin éxito con toda la defensa tomellosera Foto: GACETA
La Solana salió con más peso por dentro: Prince en la sala de máquinas y Josema e Iván Riveiro un paso más arriba, aunque el gallego con sesgo de mediapunta. Con David Villar caído a banda en ausencia de Julyan Ayala, el objetivo era mejorar el balance en tres cuartos y estar un poco más cerca de Rodrigo. El At. Tomelloso se posicionó bien y ambos equipos recetaron media hora de sopor, enormemente tediosa de cara al espectador. La excepción fue una ocasión clarísima de David Sevilla ante Manolo y un golpe franco de Ángel que rechazó como pudo Monreal. El partido se abrió por fin en el último tramo del primer período. Manolo salvó el 0-1 ante Joaquín y los locales también pudieron hacer un par de goles en sendas ocasiones muy claras, la primera de Exequiel y la segunda de Rodrigo. Ambas en la boca de gol.
Dominio infructuoso
La segunda parte fue algo distinta. El At. Tomelloso se arropó más y La Solana aumentó su dominio territorial. Buen trabajo de Prince en la distribución y pinceladas de calidad de Riveiro en busca del último pase, que no tardó en encontrar con un delicioso toque por encima de la defensa para dejar solo a Rodrigo, que no anduvo preciso en el remate. La entrada de Ayala dio profundidad, en un momento donde ya se veía mejor físicamente a La Solana que a un Tomelloso cada vez más lejos de la presión en la ronda de pases rival. Agustín, al que habrá que hacer un monumento a no tardar, mantuvo el tipo como pudo, aunque con oxígeno decreciente, como es de entender con 44 años, mientras que David Sevilla bajaba en busca del cuero, pero demasiado lejos de donde es peligroso. La entrada de Carlos Arroyo solo perseguía, imaginamos, cazar algún balón suelto cerca del área, porque su aspecto físico no concuerda ya con sus mejores días. En realidad, el At. Tomelloso no quiso saber nada de Manolo en todo el segundo tiempo y acabó encontrando lo que vino a buscar. Exactamente lo que pasó contra el Alcázar o contra el San Clemente.
Aspiraciones intactas
Este empate deja a La Solana a dos puntos de la promoción, es decir, con las aspiraciones intactas. La particularidad es que ya ha jugado con cinco de los seis primeros que le acompañan en la zona alta. Por eso, al término del partido Julián Falcón pidió tranquilidad, ya que la sequía goleadora va por rachas, pero la seguridad defensiva es un bien innegociable, y ahí los amarillos son capitán general. Ahora llega un calendario menos exigente –en teoría- y comenzarán cruces fratricidas entre el resto de mandamases del grupo. “Estoy seguro que pronto engancharemos otra racha de cinco o seis victorias”, decía el míster. Su confianza en el vestuario que tiene sigue siendo plena. Tenga lo que tenga.