Julián Falcón pide paciencia y confía ciegamente en la plantilla Foto: GACETA
Aurelio Maroto
Un par de regalos grotescos y un extremo de otra categoría fueron suficientes para tumbar al CF La Solana en San Clemente. La crisis de resultados se agrava para un equipo amarillo que empieza a dar síntomas de carburación, que receta minutos de cierta brillantez en el manejo del juego, pero que sigue maniatado por su candidez atrás, y también por su ofuscación cuando ha de definir arriba.
El sábado, ante un rival que indudablemente va a comer en la mesa de los mejores, La Solana perdió una ocasión inmejorable para pedir sitio en esa mesa, porque tal es el objetivo cacareado por el técnico y su presidente. El problema es que el equipo tiene aún muchos agujeros que tapar y el tiempo vuela. Un punto de nueve posibles es motivo de preocupación y nadie en el club lo oculta, comenzando por Julián Falcón. Eso sí, el entrenador canario mantiene su mantra: “El equipo está trabajando bien y perseguimos un modelo de juego que nos va a dar mucho a lo largo de la temporada; pronto encadenaremos victorias e iremos para arriba”, dijo en declaraciones a Radio Horizonte al término del partido.
Sin embargo, el análisis frío del partido revela que La Solana es, hoy por hoy, un equipo vulnerable. Aunque los centrales estuvieron bienen líneas generales, sobre todo Gregorio Uriel, los carriles son una gatera abierta. Ni Nelson ni Michael dieron sensación de seguridad con sus pares, ni se proyectaron hacia arriba. El ghanés, demasiado bailarín con el balón, se perfiló siempre hacia atrás y su cesión a Manolo que originó el 2-1 fue un ejemplo claro de mal balance defensivo. No es un problema de calidad, que le sobra, sino de tensión y de entender el juego.Nelsonsimplemente bailó con la más fea, Fran Benito, que fabricó el primer gol y firmó el segundo. Qué gran futbolista.
En líneas generales, La Solana mejoró en la zona de creación, con Josema en su sitio y el esperado debut de Javi García por delante, junto al siempre inquieto David Villar. Los tres construyeron juego por momentos, aunque faltó conectar bien con la gente de arriba. Rodrigo Alves volvió a recibir en situaciones difíciles y demasiado lejos de área. Fue una lástima que no aprovechara los dos ‘mano a mano’ que tuvo en la primera mitad, el primero en una arrancada en solitario y el segundo tras un pase filtrado de Villar.
En la reanudación, el 1-0 hizo mucho daño nada más empezar, aunque Uriel equilibró poco después. Julyan Ayala tuvo el 1-2 tras un zapatazo que desvió con apuros Pablo Ayuso, y fue el preludio del segundo local. Michael cedió un balón –que en realidad era un melón- a Manolo, y un segundo saque debanda por la derecha dejó ver nuevamente las costuras amarillas en defensa. Es el cuarto gol encajado a balón parado de los cinco recibidos en tres partidos. Es para hecérselo mirar. Con Micuearriba acompañando a Alves, es verdad que La Solana lo intentó de todas las maneras, sin éxito, de modo que el 2-1 final acabó siendo otro jarro de agua helada.
Confianza ciega
A pesar de la evidencia de los resultados, que nunca engañan, Julián Falcón tenía una visión algo más optimista que el resto, quizás porque mira con las luces largas, ya que los aficionados son siempre más cortoplacistas.“Confío ciegamente en lo que estamos haciendo”, insistía. “Hemos sido superiores en todas las fases del juego ante uno de los mejores equipos de la categoría y la primera parte es un claro reflejo de hacia dónde va el equipo. Estoy convencido de que vamos a pelear por el ascenso”. Verá cosas que los demás no vemos, es evidente.