La Agrupación 'Rosa del Azafrán' en plena actuación Foto: GACETA
Aurelio Maroto
Las festividades marianas en los distintos pueblos suelen ser un crisol de tradición impagable. En La Solana, un buen ejemplo es el festival folklórico que se celebra cada año para dar la bienvenida a la Virgen de Peñarroya y este sábado tuvo su traducción en la Plaza Mayor. Se celebró un nuevo encuentro de coros y danzas organizado por la Agrupación Folklórica ‘Rosa del Azafrán’, que puso sobre las tablas a sus grupos adulto e infantil, y que tuvo como invitado a sus colegas de El Rezuelo, de la vecina Membrilla.
Ante una plaza repleta de público y con la patrona como espectadora de excepción, ambas agrupaciones exhibieron lo mejor de su repertorio, demostrando que el folklore tradicional sigue muy vivo y ellos son los garantes de esa tradición. Primero actuó el grupo local de niños. Una gran noticia porque vuelve a abrirse una escuela de folklore en La Solana, que debe servir de alimento para un futuro que no siempre es fácil cuando hablamos de coros y danzas. Bailaron la jota de La Solana, las seguidillas y la jota pasada ante un público entregado. “Lo han dado todo en el escenario y se les ha dado súper bien”, decía a Radio Horizonte Beatriz Almarcha, responsable de la cantera. “Estamos muy contentos porque estos niños garantizan que nuestras raíces continúen en el tiempo”.

La escuela de folklore de La Solana demostró su energía Foto: GACETA
De momento, son 6 niñas en la escuela, aunque de cara al nuevo curso van llegando niños, incluso gente adulta que se están animando. A la pregunta de si estamos viviendo un resurgir del gusto por bailar jotas, Beatriz Almarcha prefirió ser optimista: “Yo creo que sí, de hecho se están recuperando muchas tradiciones y esta es una de ellas”. Para lograr que esos chavales se enganchen y duren, intentan convertir las clases en un lugar de juego. “Adaptamos juegos a la jota mientras ensayamos los movimientos y los pasos nuevos”. Incluso han hecho un TikTok. “Metemos cosas de ahora para mezclarlas con las tradiciones”.
Cerró el festival el grupo anfitrión de adultos, que interpretó la rondeña, la jota de la vendimia, el fandango y las cruzadas. Después, bailaría la jota de la romería y el himno frente a la imagen de la patrona. Una de sus componentes, Toñi Ramos, explicó que “los adultos también nos alimentamos de los niños por la ilusión que tienen para que esto no se pierda”. “Igual que la zarzuela la llevamos a lo más alto, lo mismo tenemos que hacer con nuestro folklore”, subrayó. Reconoce que han pasado momentos mejores, aunque cree que viven un período de estabilidad. “Siempre hay gente que aporta cosas y entre todos conseguimos que esto siga adelante; la jota retrata nuestro pasado”.
El grupo Rezuelo, de Membrilla, acudió a la invitación Foto: GACETA