
Antonio Romero de Ávila, junto a su padre Santiago y su hermana Ana, en las viejas tinajas de su bodega
Aurelio Maroto
En la cuenca orensana de Valdeorras se cría la uva godello, variedad blanca que ha inspirado a Antonio Romero de Ávila, un joven bodeguero de La Solana que compagina su formación académica con su compromiso en la empresa familiar: Bodegas Romero de Ávila. No sin dificultad, ha logrado apadrinar Terras da Lastra, que se ha convertido en la última etiqueta de su bodega. Un vino nuevo, de una variedad poco conocida por estos lares y que amplía la gama de una firma que en los últimos tiempos ha dado un salto, no solo cuantitativo, sino sobre todo cualitativo en la comercialización de nuevos caldos.
Todo surgió hace tres años, cuando descubrió la variedad godello, autóctona del sur de Galicia. Fue durante un viaje a la zona y tuvo mucho que ver su profesor de enología, Manuel. Aquella visita y aquella vendimia fueron claves para él. “Me enamoré de esta variedad”, ha reconocido en una entrevista concedida a Radio Horizonte. “Todo comienza por la inquietud que los jóvenes tenemos de echar a volar”, afirma. Le cautivó aquella vendimia en laderas, cortando racimos a mano. Él estaba convencido, pero necesitó más tiempo para convencer a su padre, Santiago.

La paciencia y la íntima seguridad de que la apuesta podía funcionar, fueron sus mejores aliados. Finalmente, el año pasado compraron la uva y en una bodega de confianza elaboraron la primera cosecha de Terras da Lastra. El nombre evoca a la zona donde se asienta esta uva, en el área del parque natural Serra da Enciña da Lastra, en plena comarca de Valdeorras, limítrofe con El Bierzo leonés. “Lo seguiremos elaborando allí porque es la zona de confort de la godello; no tiene sentido plantar esta variedad en La Mancha”, aclara.
Un crianza con mucho cuerpo
Terras da Lastra es un vino blanco con crianza sobre lías, que le aporta un cuerpo que lo hace perfecto para acompañar a determinados alimentos. “Se puede chatear con él, pero no es un vino fresco al uso”. “Por ejemplo, el albariño es más ácido, y aunque tiene una boca más fresca no es tan gastronómica con la godello, que tiene una acidez muy equilibrada, menos punzante y con un gran potencial para maridar con muchos platos”. Pescados grasos, quesos, incluso algunas carnes, son ideales para combinar con este blanco, asegura.
Buena acogida
A la pregunta de qué busca su bodega con esta nueva incorporación, Antonio Romero de Ávila lo tiene claro: “Buscábamos un blanco de mayor nivel para restauración y hostelería; queríamos completar la gama que ya teníamos con el Portento souvignon y con el espumoso Ana & Clara”. Apenas lleva un mes en el mercado y ni siquiera se ha repartido a gran escala, pero pronto poblará la carta de bares y restaurantes. De momento, hay optimismo con el impacto que empieza a tener. “Me ha sorprendido la acogida que ha tenido en La Solana, porque ya ha venido mucha gente a la bodega a probarlo”. “Le auguro muy buen futuro y no creo que esta variedad sea un simple moda”. Tal es su confianza en las posibilidades de esta variedad. Y de este vino.
En cualquier caso, más allá del resultado comercial de este reto concreto, Antonio Romero de Ávila no oculta que en la familia no paran de tener nuevas ideas, a fin de innovar en un mundo tan apasionante, a la vez que complejo. “Nuestra cabeza siempre está marchando, pero ahí está mi padre para ponernos los pies en el suelo si hace falta”, sentencia.