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 El agua apareció en los últimos momentos del desfile como vemos en esta imagen, ya en la Plaza Mayor

          Aurelio Maroto

      Hubo cabalgata, hubo caramelos, hubo ilusión… y hubo agua, aunque poca y solo al final. Los Reyes Magos desfilaron de nuevo por La Solana la noche del 5 de enero, y lo hicieron en loor de multitud, desafiando a una pandemia de la que todos empezamos a estar hastiados.

         Atrás quedaban días de inquietud y dudas. Las autoridades decidieron a última hora y casi sobre la marcha, dadas las circunstancias. Había que hilar fino para conjugar tradición y salud. Finalmente, un carrusel de carrozas se reunió donde siempre, junto al CAI ‘Virgen del Camino’, aunque dos horas antes de lo previsto. La amenaza de lluvia aconsejó adelantar el inicio de la cabalgata y fue la mejor decisión posible porque el agua apareció tímidamente en el último tramo del recorrido. De haber salido a la hora prevista inicialmente, las 8, el aguacero hubiera caído de lleno sobre el cortejo real.

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  Niños con cestos de pleita repartiendo caramelos durante el desfile

        Dos años después de la última vez, miles de niños llenaban las aceras junto a sus padres, ávidos por ver de nuevo a sus Majestades de Oriente. Todos con mascarilla, como debe ser, pero listos para mirar de cerca a sus reyes preferidos. También para recoger los caramelos y chuches, que esta vez se repartieron en mano, sin el clásico lanzamiento desde las carrozas, que a manudo se convertía en un incómodo bombardeo. Muchos lo agradecieron.

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   Las carrozas tenían una limitación de personas a bordo

      Las AMPAS de los colegios, sindicatos agrarios y otras asociaciones respondieron a la llamada de Festejos. La caravana motorizada se mezclaba con otra gente a pie, ya que estaba limitado el aforo en los remolques. La vistosidad era grande en un anochecer multicolor. La cabalgata discurrió como total fluidez por el recorrido previsto, con ayuda de los técnicos municipales, Policía Local y voluntarios de Protección Civil. Apenas una hora y cuarto tardó la comitiva regia en presentarse en la Plaza Mayor, donde esta vez los reyes no pararon para sentar en sus regazos a los pequeños. Era lógico, tenían ‘prisa’ por repartir los juguetes en ventanas y balcones.

Así fue como transcurrió la cabalgata de la esperanza, porque esa es la palabra en la que todos encontramos acomodo en este momento. Ojalá los Magos de Oriente hagan magia de verdad y nos hayan dejado el mejor regalo posible. Todos sabemos cuál es.

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   Las calles se llenaron de gente para ver pasar la cabalgata

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