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    Sergio Reyes celebró así el empate a uno

            Aurelio Maroto

            Uno de los grandes tópicos del fútbol acampó ayer en La Moheda: lo importante, los tres puntos. La Solana arrancó el motor de la liga con victoria ante el Munera (4-2), aunque con signos de gripaje en muchos momentos de este primer viaje. Un mal balance defensivo, un pésimo juego escalonado y una pólvora todavía húmeda lastraron a un equipo que, aun así, fue capaz de remar contracorriente y sacar adelante un partido tosco e incómodo. Kiko Vilches, zorro viejo, ya lo advertía antes del choque: “El primer partido siempre es el más difícil”. Dicho y hecho.

            Entre las buenas noticias, aparte del triunfo, fue la respuesta de la afición. La Moheda no llegó todavía a lo que nos tiene acostumbrados, pero hubo una buena entrada de público. Será el equipo, y nadie más, quien dicte si esa confianza crece o mengua. Tras el primer envite, la hinchada regresó a casa a caballo entre la satisfacción y la duda.

            La tropa de Vilches recetó un partido soso, a pesar de la acumulación de ocasiones y de los goles. El primer cuarto de hora fue un manual de precipitación ante un Munera que sorprendió con una presión alta. A ello se unió una mala salida de Monreal al saque de una falta lateral, que provocó el 0-1. Los amarillos estaban atascados. Raúl simplemente no apareció entre líneas y los delanteros rompían sin premio. Fue hasta que Sergio Reyes, el más inquieto de la clase, siguió un balón largo que se comió el meta visitante. Marcó a placer y atemperó la tarde. Poco después, Javi López cayó en el área y el árbitro pitó penalti. Pirri, muy seguro últimamente desde los once metros, no falló. Y todavía habría tiempo para el tercero, que llegó tras la mejor jugada local en toda la primera parte; un magistral pase enroscado de Pirri hizo buena la enésima arrancada de Jesús de la Hoz por el costado zurdo. El valdepeñero controló en carrera y se metió hasta la cocina.

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      El Munera planteó un partido incómodo y supo desactivar el juego amarillo

            La sensación era que La Solana había conseguido mucho con muy poco. Y que el Munera había recibido más de lo que merecía. Parecía que la reanudación sería plácida para los locales. Craso error. La blandura defensiva de los locales propició el 3-2 y resembró el miedo en La Moheda. Movió el banquillo el míster, relevando a un gris Raúl y al apercibido Diego Sevilla. Salió Josema, el mejor de la pretemporada, y David Sevilla, cuya magia se notó en seguida en un par de acciones. Volvieron las ocasiones, sobre todo dos de Reyes, que acabaron en el muñeco. O un cabezazo franco de Luque. Con el partido aparentemente controlado y a punto de finalizar, el pozoalbense se desquitó con un golazo sobre la bocina. Era el 4-2 definitivo.

            El estreno terminó con 3 puntos y basta. “Bienvenidos a la Preferente, le he dicho a mis jugadores”, declaraba Kiko Vilches al término del partido. El técnico no ocultaba su contrariedad por la dificultad para armar juego ante un rival pegajoso, ordenado, pero sin grandes argumentos individuales. “Si queremos enganchar a nuestra gente hay que hacer mejor fútbol, sobre todo en casa”, admitía. Sin embargo, sigue confiando ciegamente en el potencial de su plantilla y no rehúye que el objetivo final es el máximo. Pero añade que cada domingo será una batalla durísima. “Lo primero que tenemos que hacer es igualar en intensidad a nuestros rivales; lo demás vendrá solo”.

            Por cierto, en la grada estaba Otman Cabriti, que ya ha entrenado con el equipo pero aún no tiene el alta federativa. El extremo catalán ya estará disponible para el viaje a Casas Ibáñez.

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