Paquillo, de 85 años, recibió una placa en representación de todos los socios desde la refundación de 1972
Aurelio Maroto
Si la rosa del azafrán es una flor efímera (nace al salir el sol y muere al caer la tarde), el trofeo futbolístico que lleva su nombre no lo fue menos. Duró apenas veinte minutos, el tiempo que el CD Torrijos tardó en dar un par de zarpazos. Ya no hubo trofeo, solo un querer y no poder de un CF La Solana subyugado a un rival mejor, con jugadores mejores, física y técnicamente. Nada más.
El 0-4 final no ocultó algunos chispazos del anfitrión, llamado a dominar su grupo de Preferente, al menos sobre el papel. Tuvo cuatro ocasiones que no fueron claras, sino lo siguiente. Pero el equipo de Kiko Vilches deberá subir muchos escalones en su rendimiento si realmente quiere ser intérprete principal en la película que arranca el 5 de septiembre. De lo contrario, puede ahogarse en su propia exigencia.
Sancho recoge el trofeo de subcampeón en presnecia del alcalde y el concejal de deportes
El 50º Trofeo ‘Rosa del Azafrán’ acabó siendo un suplicio, un infierno en medio de Lucifer, cuyo mejor momento llegó en los prolegómenos. El presidente, Patricio Peinado, entregó una placa conmemorativa a Francisco Rodríguez-Rabadán ‘Paquillo’, un socio que a sus 85 años vivió la refundación del verano de 1972 y ahí sigue. Esa placa –se dijo por megafonía- era un homenaje a todos los socios de este medio siglo, y nadie mejor que Paquillo, uno de esos aficionados imposible de malquerer. Todo lo contrario.
El emblemático socio vio el partido desde el palco, y seguro que acabó tan disgustado como el resto de aficionados. La Solana fue un juguete roto a manos del Torrijos, más hecho, más enchufado y más efectivo. La debilidad defensiva amarilla ante Socuéllamos (0-3) y Villarrubia (4-0), camina paralela a la orfandad en ataque. Mala defensa, mal ataque. Y en medio, Vilches llena de minutos a su mejor jugón, Pirri, insuficiente para sostener todo el edificio. La Solana es –ahora mismo- un coladero en juego dinámico. La única luz es el buen desempeño del debutante Víctor Bonilla, un chaval muy aprovechable.
En medio, Pirri no da abasto y necesita compañía fiable con urgencia, a pesar del buen arranque de Josema. Falta ver un poco más a Ibra, que probablemente se quede, y esperar la reincorporación definitiva de Diego Sevilla y Juan Santos. En momentos así se amplifica la añoranza de Juli, el gran general que no volverá, como mínimo, hasta diciembre o enero.
En parte, el equipo sufre en defensa porque no abrocha en la zona ancha. Es fácil encararle desde tres cuartos. Almarcha empezó la pretemporada pero se ha ido de vacaciones, de las que acaban de regresar Diego Sevilla y Juan. Mientras, el covid ha mordido a David Sevilla… Arriba, Sergio Reyes salió del confinamiento directamente para jugar frente al Torrijos, sin entrenar con el grupo todavía, y Javi López se lesionó en Villarrubia y está KO. Bastante hace Luque con vaciarse como lo está haciendo, a base de compromiso, aguardando la cocción que aún debe atravesar la nueva hornada de canteranos recién llegada: Fran Marín, Samu, Ángel y cía. En verdad, son demasiados obstáculos –aún- para armar un andamio decente.
Con todo, el técnico madrileño insiste en su mantra particular: “Es la pretemporada que quería, aunque a nadie le gusta perder así”. “Podía haber hecho otra cosa, jugar con equipos de Autonómica, ganar 6-0 y que en la primera jornada venga el Munera y nos meta las cabras en el corral”. “Creo que la mejor manera de que tengamos las orejas tiesas es tener una pretemporada exigente, para darnos cuentas en qué categoría estamos y que habrá seis o siete equipos con el mismo objetivo que nosotros”. “Lo principal si queremos subir es la humildad y creo que estos partidos nos están ayudando a tenerla”.
Kiko Vilches es así. Muere con sus ideas, aunque a veces sean discutibles. Y confía en que esta semana ya será diferente, a pesar de que pisarán La Moheda otros dos Terceras RFEF: Manchego (miércoles, 20,30 h.) y Miguelturreño (sábado, 20,30 h.). “Estoy seguro que vamos a competir los dos partidos, con más entrenamientos y con los jugadores que vamos a recuperar daremos más la talla”. Falta hace, porque la afición comienza a estar de uñas.
El Torrijos posa con su trofeo de campeón al término del partido