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Lavandería Santa Quiteria-1

Panorámica interior de la nueva lavandería                                                                       Foto: GACETA

          Aurelio Maroto

       Se necesita audacia para emprender un negocio en los tiempos que corren. Pero es precisamente eso, audacia, lo que no le falta a Santiago Almarcha. El empresario solanero se ha echado la manta a la cabeza para montar ‘Lavandería Santa Quiteria’, un nuevo servicio de lavado y secado de ropa mediante el sistema de autoservicio, cada vez más extendido.

         El establecimiento, primero de esta naturaleza en la localidad, acaba de ser inaugurado junto a la popular ermita de Santa Quteria (de ahí su nombre) y responde, según su propietario, a la necesidad de cubrir un sector que no tenía La Solana. Hace un año que comenzó a madurarlo junto a su esposa, Juli López. Y ha tenido mucho que ver su experiencia en el mundo de las máquinas expendedoras, ya que la empresa familiar, Recreativos Jubelmar, se dedica precisamente a las operadoras de juego. “Creo que las máquinas de monedas son de fácil manejo para cualquiera, así que fui con mi mujer a una lavandería cercana para probar; nos gustó la idea y decidimos lanzarnos”. Por otra parte, las lavanderías self-service viven una eclosión en nuestro país, con más de 600 abiertas en los dos últimos años, según la Asociación Española de Franquiciadores (AEF).

        El siguiente paso era buscar una ubicación. Después de mirar locales ya construidos, finalmente decidieron partir de cero y compraron un viejo inmueble en plena plaza de Santa Quiteria, que fue derribado, de modo que el local es completamente nuevo. Se trata de un barrio populoso, muy cercano al Mercado Municipal, que además tiene un significado especial para la propietaria. “Estoy muy contenta porque es mi barrio de siempre”, reconoce Juli.

        El local consta de cuatro lavadoras con capacidades de entre 8, 11, 14 y 18 kilos de ropa, respectivamente. En ellas se puede lavar ropa más o menos delicada, según programas, que pueden operar en frío, caliente o templado. No es preciso que el cliente lleve nada adicional, ya que los programas se encargan de aplicar detergente, suavizantes y demás productos de forma automática. “Sólo tienen que traer la ropa, las monedas, y a lavar”, recuerda Juli. Además, hay tres secadoras y otra lavadora exclusiva para ropa de mascotas, con su secadora incluida.

Lavandería Santa Quiteria familia Almarcha

 

Santiago Almarcha -segundo por la izquierda- junto a sus padres, esposa e hijos                      Foto: GACETA

       Aunque la lavandería está concebida para trabajar de manera autónoma, en estos primeros días habrá gente de la empresa a fin de orientar y ayudar a aquellos clientes que acudan por primera vez. Pero Juli López insiste en que todo es muy fácil, muy intuitivo y sin dificultad para “llegar, echar la ropa y sentarse a esperar”. Además, el local está climatizado y cuenta con máquinas de café y snacks.

        Es un servicio para todo tipo de perfiles, máxime en una sociedad donde la vorágine diaria y las ocupaciones laborales demandan alternativas así para hacer la vida un poco más cómoda. Tener la colada en una hora y por poco dinero es una opción atractiva, sobre todo cuando se trata de lavar edredones, sábanas o prendas de gran tamaño.

Detrás de ‘Lavandería Santa Quiteria’ hay mucha ilusión, pero también mucho trabajo, no poca valentía y la nada desdeñable cifra de 150.000 euros de inversión global. Santiago y Juli confían en haber acertado con esta nueva aventura empresarial, apostando por La Solana. “Hay gente que se iba fuera a lavar y ahora ya se pueden ahorrar salir a la carretera; lo tienen aquí”.

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