La directora del IES Clara Campoamor, Toni Martínez (en el centro) presentó a los ponentes Foto: GACETA
Aurelio Maroto
El IES Clara Campoamor reunió a su Escuela de Familias para abordar dos problemas candentes de la adolescencia: las redes sociales y el alcohol. Dos guardias civiles acudieron para informar a los padres sobre una temática de máxima actualidad. “El objetivo de estas charlas es tomar conciencia de que vivimos en una sociedad donde estos problemas van en aumento e intentar poner solución”, declaró la directora del centro, Toñi Martínez.
El guardia civil Alfonso López habló de los problemas en los que habitualmente se envuelven los menores en los institutos. Por ejemplo el acoso y el bullyng, presencial o a través del mundo virtual. Las redes sociales y los juegos online pueden constituir un arma de destrucción masiva si no se usan con cabeza. Y en menores de edad, precisamente lo que falta a menudo es cabeza. Por eso, el papel de los padres es decisivo. “Los chicos o chicas se piensan que por insultar o amenazar en las redes sociales no pasa nada y creen que usando perfiles falsos no saldrá a la luz el responsable, pero todo lo que pasa por las redes sociales está totalmente controlado”.
No hay una edad concreta para decir si un joven está preparado para adentrarse en las redes, depende de su madurez. Pero no ve lógico que niños con 8 o 9 años tengan ya Instagram o Tik Tok. “Ellos no son conscientes de los peligros a los que se exponen y si los padres no son conscientes de esos peligros difícilmente van a poder protegerlos”.
El alcohol, otra lacra creciente
El alcohol es otra gran problemáticas ya en la adolescencia. El guardia civil Miguel Quesada reveló que el primer bautismo de alcohol está en los 13 años y que en 2018 hubo 6.600 comas etílicos en España. Puso el acento en que con el alcohol no se puede jugar y lamenta que a menudo se mire para otro lado. “Sólo cuando sucede algo nos echamos las manos a la cabeza”.
Recuerda que en gran parte del ocio en la edad adulta hay alcohol de por medio y los jóvenes hacen lo mismo. A ello se une permisividad a la hora de facilitar los denominados ‘botellones’, tanto por parte de la autoridad como de los padres, que a menudo lo ven normal. “Yo veo a muchos que llevan a sus hijos al botellón y luego los recogen”.
La solución tiene como punto de partida la educación. “No conozco ningún problema que no se resuelva con educación, pero desde pequeños”, insiste. “Si vamos a una boda y vemos que papá bebe alcohol y luego coge el coche delante del niño vamos mal”. Se mostró pesimista con aquellos que ya han entrado en la adolescencia porque quizás sea demasiado tarde. “Creo que hemos perdido esa batalla y tendremos que recapacitar”. “No todo vale”.