La afición volvió a arropar al equipo en este partido Foto:GACETA
Aurelio Maroto
La Solana: Monreal, Mini (Manuel m.81), Didier (Almarcha m.4), Sancho, Diego Sevilla, Juan Santos, Josema, Lander (Vicente m.83), Pirri, David Sevilla y Fuentes.
Manchego CR: Sergio, Ángel (Javi Ramino m.73), Miguel, José Arturo, Poblete, Pascu, Fernando, Rafa García, Antonio, Biho (Mamadou m.82) y Kim (Maikel m.62)
Árbitro: Cuesta García. Amarillas a los locales Sancho, Almarcha y Fuentes, y a los visitantes Miguel, Rafa García, Biho, Sergio, Fernando, José Arturo, Javi Ramiro y roja al segundo entrenador Eliel Martín.
Goles: 0-1 m.33 Poblete
1-1 m.61 Lander
Incidencias: Más de 500 espectadores en La Moheda. Minuto de silencio en memoria del niño Julen.
Once titular que se enfrentó al Manchego Foto: GACETA
Comentario: Si la psicología cuenta, La Solana debe estar contenta por dos razones. Una, porque el Manchego pudo asaltar La Moheda a poco que hubiera afinado la puntería. Y dos, porque los amarillos miran hoy la clasificación y han abandonado el farolillo rojo dos meses después, exactamente desde la jornada 14. Despacio por las piedras, que diría el otro.
El empate fue el mal menor para el equipo de Carlos Gómez, demasiado espeso en la creación y con poca presencia arriba. Enfrente, un Manchego tipo, o sea, rocoso, sólido y con la puerta siempre abierta para la proyección a la contra. De hecho, apenas tardó dos minutos en dibujar la primera de ellas, pero Monreal sacó un pie milagroso en un mano a mano con Antonio.
Didier se marcha lesionado con una contractura muscular Foto: GACETA
El primer contratiempo serio llegaría con la temprana lesión de Didier. Temprana y preocupante. El lateral zurdo valenciano trastocó los planes de Carlos Gómez, que volcó a Juan Santos a su banda y dejó sólo a Pirri en el manejo del equipo, teniendo en cuenta que el sustituto, Almarcha, mira más a la portería contraria que a la propia. Pudo añorarse al ausente Javi Grillo.
El Manchego creció a partir de ahí, montando un macizo en la medular bajo el liderazgo del omnipresente Rafa García, imposible de superar en juego escalonado. La Solana entretenía el balón en las inmediaciones de su área con rondas de pase interminables, siempre al filo de la navaja. Sin clarividencia para encontrar paredes con las que salir al medio, únicamente quedaba la opción del peloteo arriba, casi siempre en busca de Miguel Fuentes, que bajó varios balones con mérito y buscó la carrera de Lander o Mini, pero con poco éxito.
Sin embargo, los visitantes, hoy de blanco, no encontraban puerta en juego dinámico y buscaron sacar petróleo en la estrategia, bien con los brazos de Ángel en las prolongaciones de banda o desde la esquina. Fernando ya avisó con un cabezazo que se marchó arriba y a la media hora fue Poblete quien aprovechó un córner al segundo palo para poner el 0-1.
La Moheda se quedó helada y la afición amarilla, leal donde las haya, intentó insuflar ánimos. David Sevilla estuvo cerca del empate tres minutos después, pero Sergio sacó el duro disparo a bocajarro del solanero. Antes del descanso, Antonio pudo poner la puntilla en otra ocasión de oro.
La Solana, con una marcha más en la segunda parte
La Solana llegó viva a la reanudación y eso acabaría siendo decisivo. El equipo salió más enchufado, con una marcha más. Los problemas en la fabricación de fútbol eran los mismos, pero el ritmo era otro. El Manchego dio un paso atrás y pronto llegó la acción del empate. Falta lateral botada por Pirri y peinado atrás de Diego Sevilla, el de siempre, para que Lander tocara al palo largo de Sergio.
El partido cambiaba la muda y La Solana quería aprovechar la inercia del gol y el embrujo de La Moheda en momentos así. La hinchada apretaba. Pero el Manchego no se descompuso y el duelo entró en un toma y daca, un tuya-mía donde los dos querían ganar y ninguno quería perder. Paradoja fácilmente entendible si se ve la recta final, huérfana de ocasiones realmente claras. Sí fueron minutos de mucho trabajo para Cuesta García. La tensión creció sobre el césped y no se fue ningún jugador a la calle porque la providencia no quiso.
El empate no contentó a ningún entrenador. Sergio Inclán cree que su equipo mereció ganar y cargó contra algunas decisiones arbitrales. Carlos Gómez, más comedido, se limitó a decir que el objetivo era ganar pero dio la bienvenida al punto cosechado. Natural, cuando hay tanta sed.