Santos Galindo durante su charla Foto: GACETA
Aurelio Maroto
Los cimientos sobre el origen de La Solana, no ya por su denominación actual sino como lugar de asentamiento humano, están siendo removidos por un joven historiador solanero. Se llama Santos Galindo y este jueves ofreció una charla altamente clarificadora sobre lo que, en su opinión, serían poblamientos humanos que van mucho más allá de lo comúnmente aceptado.
“Desde el neolítico ya había hordas de nómadas que campaban por lo que hoy es La Solana y se asentaron en algún momento”. Un análisis de sus últimas investigaciones demostrarían un poblamiento muchísimo más antiguo del que hasta ahora se cree oficialmente. Tanto, que se hundiría en la Edad del Bronce y continuaría más tarde con los períodos íbero y, posteriormente, romano.
Su conferencia, en el marco de las VIII Jornadas Santiaguistas y ante una sala llena de público, la comenzó con los antecedentes de las Órdenes Militares en la zona, en especial la de Santiago, para después adentrarse en el lanzamiento de una serie de hipótesis “para fundamentar que el origen de La Solana es muy anterior a lo que creemos”.
Los indicios son muchos porque su trabajo se sustenta en la salida al campo. “En el terreno he encontrado numerosos vestigios, desde restos cerámicos, pasando por posibles edificaciones”. Hay cuatro puntos geográficos donde basa los supuestos: San Antón, los Silos, el cerro de San Paula y la Vega de los Moros. En su opinión, puntos clave para demostrar el origen del poblamiento en La Solana mucho antes de la Edad Media. “Me he llevado la sorpresa de que hay vestigios de asentamientos romanos y muy anteriores, respaldado por la Carta Arqueológica hecha entre 2004 y 2005”.
Durante la charla, Santos Galindo exhibió fotografías de numerosas pruebas que ha encontrado sobre el terreno y que demostrarían la solidez de sus teorías. “Estaríamos hablando que en la Vega de los Moros habría una villa romana de considerables dimensiones, junto a otra que estaría en San Antón”. En los Silos también ha encontrado múltiples elementos, entre los que destacan restos de vasijas o incluso de murallas de piedra.
Está abriendo una nueva vía investigadora mediante una especialidad hasta ahora poco explotada: la arqueológica. “El documento más antigua en el archivo municipal data de 1521, así que es imposible encontrar información del año 2.000 antes de Cristo, y es ahí donde entra en juego la arqueología”. “Los íberos o los romanos no dejaron ningún legajo, pero sí permanecen los restos de sus civilizaciones”.
Su apuesta va encaminada a descubrir y más tarde a promocionar. “Pueden ser descubrimientos que a largo plazo nos beneficien a todos mediante fuentes económicas como el turismo”.