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Copia de Paco Moreno en su gimnasio con su medalla de plata

Paco Moreno con su flamante medalla de plata                                                  Foto: GACETA

              Aurelio Maroto

    Paco Moreno es un tipo tranquilo. Lo sorprendemos en su gimnasio engullendo un tupper de pollo, con la normalidad de quien no se inmuta por nada. Esa camiseta de hombrillos abierta, tan típica de los culturistas, amplifica la enormidad de su cuerpo musculado, producto de un trabajo asiduo y la perseverancia de una madre. Como la suya, de la que habla con auténtica devoción. Nos encontramos ante el flamante subcampeón de España de Fisioculturismo en categoría, más de 90 kilos. Casi nada.

            “Sabía que iba para medalla”, dice el campeón solanero mientras nos enseña el metal conseguido en Retamar (Almería). Aunque su vitrina pesa, en cantidad y calidad, admite que esta plata es especial. “Necesitaba un resultado así”. Su felicidad es completa, entre otras cosas porque no podía aspirar a más. “El campeón [Francisco Ávilas] es justo vencedor, iba armado de verdad, muy fuerte”. Cree que los 15 jueces valoraron la esencia del culturismo: la definición. “No me importa que me gane uno más fuerte que yo, pero no más gordo”.

            Tras esa mole humana y una aparente frialdad a primera vista, se esconde un corazón sensible, que exhibió nada más bajarse del podio. “Me abracé a mi entrenador, lo pringué de tinte, lloré y le dije ¡por fin lo hemos conseguido!”. Lágrimas que después compartió con sus padres, una prolongación suya en cada viaje.

            Detrás quedan meses de dedicación, de compromiso, de duros entrenos… Sólo un deportista de élite conoce qué se siente ante un logro de esta naturaleza. Pero él insiste, “sigo siendo el mismo, para mí no ha cambiado nada”. O tal vez sí. Ahora lleva un pan bajo el brazo, por ejemplo para su próximo reto, el Campeonato de Europa. “Pelearé por el europeo, competir con la bandera de España sería muy grande”.

            El culturista solanero pica alto. Tiene razones para sentirse preparado. Una, el subcampeonato de España. Dos, su nuevo entrenador. La irrupción de Jesús Gallego en su vida ha marcado un antes y un después. “En un año tengo lo que no he conseguido en los años anteriores”.

Es el plus que necesitaba. “Nunca me ha faltado motivación, pero necesitaba algo más”. Gallego le ha aportado tranquilidad, “saber que tienes alguien como él detrás es clave”. Y, por supuesto, un método de entrenamiento diferente, basado en la escuela americana. “Me ha enseñado que el culturismo es trabajo y dieta, pero sin llevarlo al extremo de algunos”. Ya no entrena mañana y tarde, siete días a la semana. Incluso su despensa es más variada. “Jesús me ha enseñado que más no es necesariamente mejor, y que hay más cosas que arroz y pollo”.

Con la medalla aún caliente, reconoce sentirse bien con las abundantes felicitaciones que está recibiendo, personalmente o vía redes sociales. A nadie amarga un dulce. Sin embargo, ni se crece ni se relaja. “Lo llevo con naturalidad, el culturismo es un modo de vida y seguiré entrenando como siempre”. La preselección para el europeo aún queda lejos, de modo que no apretará el acelerador hasta enero.

       Entre tanto, seguirá viviendo entre la mancuerna y el mostrador. El negocio es lo primero desde el punto de vista crematístico. Pero nada como las pesas para mantener el espíritu en paz. Así es Paco Moreno.

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