La Moheda disfrutó de un partido emocionante                                                                                      Foto: GACETA

Aurelio Maroto

La Solana: Toni Huertas, Javi Núñez, Juande, Diego Sevilla, Juli, Michel, José Pedro, Jesús Bueno, David Sevilla, Mini y Pitu. En la segunda parte salieron Tore, Palacios, Almarcha y Matías.

Daimiel: Astilleros, Fernando, Moraga, Jesús, Eduardo, Francis, Juanda, Domin, Martínes, Ángel y Diego. En la segunda mitad salieron Vicente, Jaime Núñez, Sergio y Andrés.

Árbitro. Monasor Blesa. Amonestó al local Almarcha y a los visitantes Francis, Juanda, Domin, Martínez y expulsó a Fernando.

Goles: 1-0 m.81 Toni Huertas, de penalti.

Incidencias: Tarde soleada en La Moheda. Gran entrada, con más de 600 espectadores. Las peñas “Los Bastianes” y “Frente Solanero” animaron sin cesar.

Comentario: Toni Huertas se erigió en el héroe de la tarde, pero bien pudo ser el villano. El meta solanero había regalado a Juanda el 0-1 minutos antes, pero el membrillato falló. Estaba predestinado. Su minuto de gloria llegó con el penalti a Mini. Quedaban diez minutos de partido y La Moheda resoplaba. Huertas, extrovertido y resuelto como él solo, le pegó con el alma y batió a su homólogo Astilleros. Tres puntos. La fiesta amarilla fue total.

         Pero la historia de este clásico provincial pudo ser bien distinta. El Daimiel jugó un buen partido, mantuvo siempre el pulso ante el empuje local, y en la segunda parte fue dueño absoluto del juego durante media hora. Sin embargo, la falta de puntería suele acabar en condena. Fue, digamos, lo de hace quince días, pero a la inversa. Aquella vez, La Solana hizo un trapo a La Gineta… y perdió 0-1. Las que se van por las que se vienen. Es la ley del fútbol.

         Otra cosa es la discusión arbitral. La expedición daimieleña se marchó amargada por la actuación de Monasor Blesa. Creen que el penalti a Mini no lo fue y que las tarjetas sólo tenían como destinatarios jugadores blancos. En las huestes solaneras no lo ven así. Admiten que el Daimiel pudo marcar antes, pero sienten que su victoria fue totalmente legítima.

         La realidad es que fue un derbi intenso, no demasiado brillante pero intenso. La primera parte fue un toma y daca. La Solana salió sin una de sus grandes referencias arriba, Capelo, con problemas musculares. David Sevilla ocupó su demarcación por banda, donde se mueve peor que en tres cuartos. Es posible que el equipo acusara ese contratiempo, aunque el Daimiel también tenía sus ausencias. Jesús Bueno avisó primero con un disparo raso que atrapó bien Astilleros. Era el minuto 9 y en seguida respondió el Daimiel por mediación de Juanda, que ayer demostró su enorme calidad, excepto a la hora de clavar. Acto seguido, Juli sacó otro balón comprometido. Pitu mandó ligeramente alto un zapatazo a los 19 minutos, y cuatro después fue Moraga quien estrelló en el travesaño una falta directa. Hasta el final del primer tiempo, no hubo mucho más que reseñar, salvo la brega constante de unos y otros.

         En la reanudación, el Daimiel tuvo mejor puesta en escena. Francis y Jesús se adueñaron de la zona ancha y empezaron a conectar bien con su artillería. La Solana perdió la pelea física en el corazón del campo y dio un paso atrás. Eduardo pudo marcar a los 7 minutos en un mano a mano con Toni Huertas. Cinco minutos más tarde, Juanda marra el antes citado regalo del portero. El partido era más blanco que la leche.

         Hasta que Juan de Lara reaccionó. Retiró a José Pedro, que tiró el brazalete de capitán de mala manera en un feo gesto, y metió a Almarcha. El partido cambió como por arte de magia. Los amarillos equilibraron la pugna y Pitu dio un primer susto con un cabezazo a bocajarro, pero le salió demasiado centrado y Astilleros atrapó lo atrapó bien. Ya no hubo más noticias del Daimiel en ataque. Poco después llegó la jugada del penalti, muy protestada por los visitantes. Toni Huertas cogió el balón, miró a Astilleros y… ya conocen la historia.