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Copia de Charla Vicent Guillem-1

         Aurelio Maroto.

         Vicent Guillèm es uno de esos personajes de porte singular, tirando a bohemio, cuyas ideas son paralelas a su estética física. Detrás de su larga cabellera blanca y su barba sin arreglar se esconde un científico, doctor en bioquímica, experto en la investigación genética del cáncer, capaz de movilizar masas allá donde va. Su argumento es tan sencillo como sujeto a discusión: “el enfermo tiene la llave de su propia curación”.

         El doctor Guillèm sostiene que muchas enfermedades físicas tienen relación directa con conflictos emocionales. Minutos antes de una charla que llenó a rebosar el auditorio del Palacio Don Diego, titulada El Origen emocional de la enfermedad, explicó que hay evidencias científicas que lo demuestran. “Parece que los científicos sólo podemos investigar lo que se puede medir con un aparato, pero la ciencia tiene un ámbito más amplio”, declaró a la prensa local.

Cree a pie juntillas en esa relación causa-efecto. “Influye mucho, sobre todo cuando el enfermo vive conflictos emocionales que generan sufrimiento y llega a quitar el sueño”. Entonces –añade- ese problema psíquico se convierte en físico. El trabajo del doctor Guillèm busca avanzar en conocer cómo influye nuestra salud emocional en nuestra salud física. “La resolución de esos problemas emocionales es la clave para activar los mecanismos de regeneración del organismo, que los tenemos de forma natural”.

La gran pregunta es ¿una mente que no sufra puede curar una enfermedad? El científico evita generalizar, pero está convencido de ello, “hay casos de curación espontánea del cáncer y creo que tienen que ver con mis teorías”. La clave es no guardarse el sufrimiento, sino sacarlo y desahogarse. “Eso, unido al consejo de terceros, ayuda muchísimo”. “El tratamiento farmacológico es una parte del remedio”.

Vicent Guillèm es plenamente consciente de que sus juicios pueden chocar con la medicina tradicional y que no todos los profesionales de la ciencia estarán a favor de ellos. Tampoco va por ahí dando falsas esperanzas a la gente. Sólo intenta ofrecer una visión, para él una certeza, que va más allá de lo comúnmente aceptado. Su condición de científico le permite hablar con más propiedad, si cabe. Su libro “Las leyes de la espirituales y las leyes del amor” reflexiona ampliamente sobre ello. “Mis libros son para que la gente se cuestione el sentido de la vida” –sentenció-.

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