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Toros

Los jóvenes espadas en el paseíllo    Foto: GACETA

Gabriel Jaime

Tarde entretenida y triunfalista en el Coso de la Calle Alhambra con la terna a hombros por la puerta grande. Los jóvenes espadas que componían el cartel estuvieron muy por encima del ganado, guiados por sus ansias de conseguir el éxito en esta difícil profesión. Oliva Soto y Antonio Ferreira echaron dos orejas al esportón, mientras que Emilio Huertas sumaba cuatro orejas y rabo en total, en una jornada de ofertas en cuanto a los trofeos. El festejo de carácter mixto también tuvo la actuación del torero a caballo Pedro Hernández “El Cartagenero” que se fue de vacío por no acertar con los rejones de muerte.

La feria taurina solanera arrancó con una corrida de toros mixta compuesta por espadas poco experimentados tras sus doctorados en tauromaquia, pero sobradamente ilusionados y deseosos de agradar tras calzarse los trajes de luces. En esto, estaremos todos de acuerdo y será la base de una crónica que debe ser objetiva y neutral, aunque esto sea difícil según los ojos con que se miran. Donde uno ve un gran muletazo, otro aprecia un mantazo, y lo que para muchos consideran una gran faena, para otros será un mero trámite de justificarse ante el toro.

Abrió plaza un toro de Castilblanco para la lidia a caballo. Un astado que fue de menos a más, colaborando en algunas fases de la lidia, si bien salió de los toriles con síntomas de mansedumbre. Pedro Hernández “El Cartagenero” estuvo voluntarioso y con ganas, intentando conectar con los tendidos con llamativos movimientos en sus cabalgaduras. Llegó bien a los embroques cargando la suerte en cada encuentro, pero a veces los palos no quedan donde debieran y en otras ocasiones no llegó a pinchar. Destacó la ejecución de tres banderillas al quiebro, aunque los garapullos quedaran muy repartidos por la piel del toro. Demostró tener un gran dominio en la doma de los equinos, pero los arpones no quedaban precisamente en la zona del morrillo. Aún así, pudo tocar pelo, pero tuvo que recetar hasta tres rejones de muerte a su enemigo y se silenció su actuación.

Después comenzaría la lidia a pié con un encierro de Torregrande de características muy similares. Más bien flojos en general, recibieron una puya por castigo a excepción del quinto, que fue picado dos en dos ocasiones. Toros cornigachos y brochos de encornadura que había que cuidar con las telas a media altura. Los diestros estuvieron siempre por encima de unos animales que no colaboraron mucho en el lucimiento de los espadas, ni demostraron bravura a mansalva. Más bien lo contrario en diferentes fases de la corrida, por lo que se nos antoja un disparate que el mayoral de la finca saliese a hombros por la puerta grande junto a los triunfadores de la tarde.

El sevillano Alfonso Oliva Soto se presentó con un suave saludo capotero que posteriormente refrendó con un quite lucido en los medios de la plaza. El primero de su lote no tenía mal son y le salió una faena variada de contenido, pero carente de peso. Se dobló con el enemigo para sacarlo a los medios y comenzó el trasteo con la mano derecha. El diestro se mostró muy decidido, aunque sólo dejara algunos trazos de toreo y vistosos remates. En la parte final, cogió la muleta con la izquierda para dibujar algunos naturales carentes de hondura. Cumplió y mató de pinchazo y estocada algo perpendicular, cortando la primera oreja de la tarde. Algo peor resultó el segundo enemigo lidiado en quinto lugar. No hizo honor al famoso dicho de “No hay quinto malo” y el torero hispalense no tuvo mucha materia prima para demostrar sus dotes. El toro recibió dos varas y salió muy distraído, perdiendo fuelle en cada pase. El diestro toreó despacio y a media altura intentando suplir la poca clase del enemigo que besaba el albero, en caso de bajar la mano. Oliva Soto estuvo siempre por encima del astado y lo intentó por ambos pitones, echando mano de los recursos para conectar con los tendidos. Finalizó con un desplante y una de manoletinas antes de recetar dos pinchazos y estocada, recibiendo otra oreja como premio.

Al portugués Antonio Ferreira se le vieron detalles muy toreros. A su primero lo recibió con airosos saludos capoteros y moviendo con estilo el percal para ponerlo en suerte. También destacaron las ceñidas chicuelinas al sexto de la tarde, habiéndolo toreado también a la verónica con las rodillas en tierra. Tras un tercio de banderillas ciertamente esperpéntico, comenzó la primera faena a pies juntos, llevándose al toro a los medios con mucha plasticidad. Ferreira instrumentó tandas por ambos pitones. Por el derecho calamocheaba y por el izquierdo se quedaba algo corto cuando intentó estirar el natural. El toro ponía el sitio y el espada las telas, cumpliendo el portugués. Su toreo le valió una oreja y el gran estoconazo propinado le hizo cortar la segunda. En el sexto, tuvo que optar por el toreo de recursos porque el enemigo no tenía fijeza en la muleta. Lo intentó por todos lados sin conseguir una ligazón definida, finalizando cada intento con adornos toreros. Mató de cinco pinchazos y varios descabellos y el público le obsequió con tímidas palmas.

Cerraba la terna Emilio Huertas, gran triunfador, que vino acompañado de su peña procedente de Santa Cruz de Mudela. Con el capote dibujó unas chicuelinas a su primero y escasos lances a su segundo. Comenzó la faena de muleta con el pase cambiado por detrás que le costó el primer susto, antes de ser cogido sin consecuencias. El sobresalto hizo que el diestro tuviera más precauciones y estuviera más distanciado con su oponente, lo que coaccionó la lidia. El diestro toreó más con el pico que con la bamba, mientras el manso se defendía. Aún así, el manchego corrió la mano en una faena que no llegó a explotar, por lo que las dos orejas cortadas tras estocada y descabello se antojaron demasiados trofeos. En el que cerraba plaza, Huertas toreó por ambos pitones, teniendo más dificultades con el toreo al natural. El toro duró lo que duró la interpretación del pasodoble “Nerva”, si bien la banda lo ejecutó tres veces y el astado fue perdiendo fuelle poco a poco. El diestro corrió la mano con gusto en algunas fases de la lidia y estuvo muy por encima de su enemigo, instrumento algunos pases de gran factura. Antes de entrar a matar, un aficionado se arrancó con un cante dedicado al torero, recetando posteriormente una gran estocada. Se le premió con las dos orejas y rabo, a todas luces disparatado.

La plaza registró poco más de un cuarto de aforo en tarde soleada y calurosa. En los tendidos, llamó la atención la presencia de un nutrido grupo de socios de la Peña Taurina “La Solanera”, que acudieron ataviados de una camiseta para la ocasión, dando un colorido especial a la grada donde se hallaban. También estuvo presente la Peña Taurina “Emilio Huertas”.

La Banda Municipal de Música, dirigida por Ángel Sancho, volvió a sobresalir una tarde más con un variado concierto de pasodobles taurinos, siendo muy aplaudida por el público. El colectivo estrenó nueva indumentaria, vistiendo ahora unos polos de color azul marino. Uno de los temas interpretados fue el pasodoble “Sentimiento taurino” compuesto por Antonio Carrillos y dedicado a la Asociación Cultural Taurina “Puerta Grande” de Alicante, siendo su presidente el solanero Patrocinio Guerrero Serrano, afincado allí.

La presidencia volvió a contar con el mismo asesor taurino de costumbre, un cargo que parece vitalicio para el citado señor que viene a propósito desde Madrid. Seguro que en La Solana hay muchos aficionados cualificados para desempeñar tan importante labor, incluso para dar los trofeos con un criterio más acertado. La figura del asesor taurino es más compleja de lo que parece porque ha de ser el que guíe al presidente en cada momento. No en vano, los usías no tienen por qué saber ó entender sobre los entresijos de la tauromaquia, pero han de presidir los festejos por representar la autoridad. El asesor no puede estar en Babia y tiene que poner los cinco sentidos desde el comienzo hasta el final del festejo.

También se echó en falta al encargado de la plaza Juan Antonio Del Olmo, ya que sin su presencia, los toros no lucieron la divisa correspondiente.

Detalles a tener en cuenta para engrandecer la fiesta y convertir a nuestra plaza en una referencia.

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