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Miel de Reyes grupo de visita

Reyes Baeza y Benito Ortega - a la derecha, atendiendo una visita a sus instalaciones                      Foto: GACETA

         Aurelio Maroto

         El mundo de las abejas es apasionante y a la vez complejo. Son insectos casados con la naturaleza hasta el punto de resultar claves en el ciclo vital de nuestro medio ambiente. Ya lo dijo Einstein: “si no hay abejas, no hay polinización, ni cultivos, ni alimento…”. Por eso, los apicultores forman esa clase de colectivos cuyo trabajo tiene una parte comercial, desde luego, pero otra no menos importante de pasional.

         Hemos estado en las instalaciones de Miel de Reyes. Se trata de una fábrica de elaboración y venta de miel situada en el Polígono Industrial de La Solana, pero con una importante faceta didáctica. En ese momento, un grupo de colegiales y adultos de la vecina localidad de Manzanares conocían cuál es el proceso. Benito Ortega es apicultor y dirige la empresa junto a su pareja, Reyes Baeza. Ambos viven esta ocupación como algo que va más allá de un oficio para ganarse la vida. Les gusta enseñar cómo es el maravilloso mundo de las abejas, esos abnegados animalitos que trabajan para su prójimo desde que nacen hasta que mueren.

         Reyes Baeza inspira ese pegadizo nombre comercial “Miel de Reyes”. Mientras Benito da explicaciones al grupo de visita, ella cuenta a la prensa local qué hacen, y por qué lo hacen “mostramos el mundo de las abejas desde lo educativo”. Recuerda con afán cómo Carlomagno fue bañado en miel tras morir “la miel tiene propiedades fantásticas y contiene todos los nutrientes que necesitamos para la salud”. Hasta el veneno de la picadura de abeja es bueno “la pitosina es quinientas veces más potente que cualquier analgésico”.

         Hay que tener una afición especial para ser apicultor, un oficio nada agradable para el común de los mortales “Benito llega a veces con las manos hinchadas de picotazos; sólo el ruido de los enjambres asusta”. Eso sí, producir miel exige unas condiciones muy concretas. Hacen falta zonas con vegetación todo el año, lejos de áreas de cultivos (excepto los ecológicos) y con buena floración. Este año, la temporada todavía no ha comenzado. El año pasado no llovió y este lo ha hecho en exceso. La realidad es que, por ejemplo en Ruidera, “las flores “van despacio” –se lamenta Reyes-. Además, la proliferación de insecticidas y pesticidas son una bomba de relojería para el hábitat natural de las abejas y la calidad de las flores. La producción de miel se resiente. Por fortuna, la Unión Europea empieza a prohibir algunos de estos productos químicos de tratamiento del terreno.

         Entre tanto, Miel de Reyes continúa esperando el momento óptimo para seguir recolectando y produciendo esa rica miel de azahar, de flores, de romero… Aunque sólo sea enseñar este mundo a los niños, bien vale un picotazo.

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