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La Solana tuvo un comienzo de partido fulgurante ante la meta toledana                                                                               Foto: GACETA

            Aurelio Maroto

            La Solana tuvo en la mano el sorpasso al poderoso Toledo y acabó dejándose avasallar. Los tempraneros goles de Miguel Fuentes y Cifu (p.p.) pusieron un franco 2-0 al cuarto de hora para los amarillos. El equipo apretaba y La Moheda vibraba. Atronaba el ¡Solana, Solana! de las grandes ocasiones en las gargantas de los 700 fieles presentes. Entonces, el Toledo enseñó los dientes, furioso por lo que estaba pasando. Lo normal ante lo anormal. Lo esperado ante lo inesperado. La Solana se puso en modo defensivo, aguantando las envestidas verdes y mirando de reojo la proyección a la contra.

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Los jugadores amarillos celebran el segundo gol                                                                                                               Foto: GACETA

            Pero no fue posible sostener ese guión mucho tiempo. El Toledo comenzó a dominar de forma abrumadora. Pirri no encontraba el balón, Almarcha corría de allá para acá sin rumbo claro y Lander no apareció. Los visitantes ganaban casi todas las pugnas y se llevaban los balones divididos. Tenían más físico. Y sin manejo en el medio, Fuentes y Mazzocchi estaban condenados a guerrear solos arriba.

            A la media hora llegó el 2-1, cuya génesis fue un mal despeje de Juan por el centro y una peor defensa de la ruptura de Manu Gavilán al punto de penalti. Con todo, La Solana aguantó con ventaja hasta el descanso.

            Si el 2-1 hizo daño, el empate mucho más. Falta lateral mal defendida y gran cabezazo de Chato imposible para Marius. La vista acabó de nublarse y otro agujero provocó el 2-3, obra de Adri. Era el minuto 60 y el Toledo dominaba en las tinieblas amarillas.

            La media hora restante tuvo una única buena noticia para La Solana, el estrecho marcador, que mantenía la incertidumbre y las opciones de empatar frente a un rival que bajó el pistón y prefirió guardar su botín. Mazzocchi pudo hacer el tercero en una preciosa chilena que detuvo Machuca. Y en la última jugada del partido, mano clara en el área toledana que el árbitro se comió con patatas. De poco sirvieron las protestas.

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Juli pugna con un jugador toledano durante el partido                                                                                                               Foto: GACETA 

           Al término del encuentro había nervios en La Moheda. Una parte de la afición expresó su malestar y algunos criticaron determinadas decisiones del Carlos Gómez. Una vez más, las miradas van al banquillo cuando pintan bastos. De eso saben mucho Ángel Izquierdo, Luismi o Manolo Sancho, por ejemplo. Es lo de siempre. Y mientras, la Junta Directiva traga saliva y se pregunta qué más tiene que hacer…

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