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La ciudad

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Juli pugna con un jugador del Calvo Sotelo con Sancho al fondo.                                                                                      Foto: CS Puertollano

           Aurelio Maroto

Si algo caracteriza al fútbol es su carácter pendular. La Solana llegaba a Puertollano lastrada por una mala racha y con el tercer clasificado respirando en el gaznate. Un momento de depresión evidente agudizado por la ausencia de su mejor delantero, José Ramón Naranjo. Pero la mañana comenzó bien para los intereses amarillos con el inesperado traspié de La Gineta en su campo contra el Caudetano (1-1). En el peor de los casos, los amarillos se aseguraban dormir una semana más en zona de promoción. De repente, el horizonte cambió de color.

La Solana tenía la oportunidad de redimirse en el momento adecuado, en el mejor escenario posible. Y exhibió su potencial. Sin alardes, pero con el suficiente cuajo como para frenar el ímpetu de un Calvo Sotelo desatado en casa y, en muchos momentos, controlar el ‘tempo’ de partido y asomarse con peligro.

No fue un partido brillante el disputado en el Nuevo Cerrú como demuestra el 0-0 final. Sin embargo, lidiaron dos bestias de la Preferente en un encuentro muy físico, sin concesiones. Las pocas ocasiones que tuvo el Calvo Sotelo las abortó con solvencia Manolo, muy seguro toda la tarde. Las pocas que tuvo La Solana, sobre todo un cabezazo de Capelo y un par de zapatazos de Crístofer, no encontraron puerta. El tramo final, con el viento y el agua atizando duro, fue una tregua no firmada. Ambos se conformaban descaradamente con el empate. El CS Puertollano no perdía lo ganado y La Solana frenaba su sangría del último mes.

Empaque y control

La mejor noticia para La Solana fue su empaque de equipo sereno, con oficio y capacidad de control. La peor, al margen de la lesión de Manuel, otra tarde de secano en la portería contraria, la tercera consecutiva, a pesar de la combatividad de Crístofer y las apariciones de Capelo en el enganche. El equipo sigue sin gol.

Entre medias, volvió a destacar la seguridad defensiva y el cerrojo que puso Manolo, tanto bajo los palos como en un par de salidas al corte fuera del área, providenciales ambas. En el centro del campo volvió a brillar Javi Grillo, muy seguro con el balón en los pies y templando en la distribución. Por su parte, Diego Sevilla plantó sus reales en la espina dorsal del ataque local por delante de Sancho y Juli. Más arriba, Almarcha peleó el cuerpo a cuerpo y Capelo basculó con peligro en las ayudas por banda.

Pero no sería justo destacar a un jugador sobre otro. Todo el equipo trabajó en bloque y fue solidario en el achique de espacios y en los apoyos, única manera de evitar la maniobrabilidad de los estiletes azules para encarar potería. Hubo otro jugador inasequible al desaliento: la afición. Chapó por la afición puertollanera, por supuesto, y chapó también a la hinchada amarilla, que ocupó su hueco y también se dejó oír. Los jugadores se acercaron al final del partido para agradecerles su apoyo.

La liga se queda como estaba la semana pasada. Los tres primeros empataron. Sin embargo, las sensaciones son diametralmente opuestas. La Solana ha vuelto a rearmarse moralmente y regresa a La Moheda los dos próximos domingos (Miguel Esteban y La Fuente). Todo irá bien si se aprueba la asignatura pendiente: el gol.

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